Escriben a la redacción desde Santiago de Chile:

Este año, por primera vez, realizamos en enero una Mariápolis-vacaciones donde participaron más de 90 personas. El clima de distensión contribuyó a crear relaciones libres, verdaderas y profundas entre todos y se experimentó la fuerza del amor evangélico que transforma.

A fines de agosto y a principios de setiembre, quisimos repetir esa experiencia y realizamos en el Centro Mariápolis de Cunaco, 2 Mariápolis, con 90 y 110 participantes. El número permitió que todos se alojarán en el Centro Mariápolis, nuestra casa.

¿Cómo definir esos días? Una auténtica vida de familia, de comunión, donde todos fueron protagonistas. Una persona de otra iglesia cristiana descubría que no era suficiente estudiar la Biblia, que a Dios lo había encontrado en lo sencillo.

Algunas impresiones dejadas por escrito:

Una mujer: “por primera vez no me siento discriminada. Me encantó la diversidad de los presentes”.

Un hombre: “…mucho tiempo fuera de la Iglesia ¿es hora de volver?

Vine con la idea de un retiro: con biblia y cuaderno… En todo momento me sentí en una comunidad donde vive Jesús y sanada por el amor de Dios. La alegría permanente en un grupo tan heterogéneo y común a la vez… Es mi primera Mariápolis o mejor dicho: “Amoriápolis”.

“Llegué estresado, me voy renovado. Fue el encuentro con Jesús en medio que te renueva, en esta que definiría: fiesta de la unidad” (un voluntario)

“Es siempre la primera aunque haya vivido otras, es la escuela para la vida, me puso nuevamente en el riel, gracias por estas vitaminas”.

“’Descanso y reencuentro’, gracias”. Una adherente