Una calurosa amistad, que lleva a compartir ideales, vida y sueños, marca los primeros contactos del Movimiento de los Focolares con el hinduismo a partir de mediados de los años ’80: son protagonistas Natalia Dallapiccola, testigo de los inicios de los Focolares en Trento, y el Dr. Aram, exponente hindú, entre los presidentes de la WCRP (Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz), en la que participan los Focolares, representados por Natalia.

Después de la muerte del Dr. Aram, la Shanti Ashram, junto con varios representantes de la realidad gandhiana del Estado de Tamil Nadu, invita a Chiara Lubich a India en enero del 2001, distinguiéndola con el Premio Defender of Peace 2000. En la motivación se lee: “Chiara Lubich ha sido incansable en su papel de sembradora de paz y amor entre las personas, reforzando así continuamente el frágil cuadro de la paz en el que se desarrolla la prosperidad, el bienestar, la cultura y la espiritualidad del mundo”. En la ceremonia, en la que participaron unas 500 personas hindúes y de otras religiones, Chiara habla de su experiencia espiritual, poniendo en evidencia elementos comunes entre el Evangelio y las escrituras hindús.

«Vine aquí para conocer, guardando el mayor silencio posible –anotará en su diario de esos días- ¡…He encontrado por encima de todas las normas: la tolerancia, el amor! Quizá hay lugar para nuestro diálogo».

En la misma ocasión la Profa. Kala Acharya del Instituto Cultural Somaiya Sanskriti Peetham, profundamente impresionada por la figura de Chiara, decide organizar, en el lapso de pocos días, un encuentro en el Somaiya College de Mumbai, en el que participaran alrededor de 600 personas.

Estos acontecimientos marcan el inicio del diálogo con los hindúes tanto en Mumbai como en Coimbatore.

En Mumbai nace un diálogo profundo con profesores universitarios. Para proseguir el camino emprendido, se decide realizar simposios de tipo académico. El 1° se realiza en el 2002 en Roma, con el tema “El Bhakti y el Ágape, como camino del amor hacia Dios y los hermanos”. El encuentro es definido por la Profa. Kala Acharya del Somaya College de Mumbay como:Una profunda experiencia espiritual”.

Siguiendo la línea de este camino conjunto Chiara Lubich vuelve nuevamente a India en el 2003, y en el Centro de cultura hindú Bharatiya Vidya Bhavan, le piden que comunique su vocación específica: el descubrimiento de la unidad y de la fraternidad universal. Allí se refiere a uno de los aspectos del arte de amar descubierto en el Evangelio, el “hacerse uno” con el otro, como clave para el diálogo: “En el momento en el que nos encontramos con el otro, es necesario ponernos en el mismo plano, como compañeros, no importa quien sea. Y esto exige el desapego de todo, también de las riquezas de la propia religión. Al mismo tiempo hace falta hacer el vacío dentro de nosotros, para dejar libre al hermano de decir lo que piensa y poder entenderlo. Este comportamiento es importantísimo e indispensable y tiene dos efectos: nos ayuda a inculturarnos en el mundo del hermano, a conocer su lenguaje, su cultura, su fe, etc., y predispone al hermano a la escucha. Se pasa, por lo tanto, al “respetuoso anuncio” donde –por lealtad delante de Dios y sinceridad delante del prójimo, siempre respetando el pensamiento del otro- decimos lo que pensamos, sin querer convencer a nadie de nuestras ideas”.

“Es el inicio de un itinerario que nos llevará lejos” –comenta el Prof. Dave, presidente honorario de la institución-. “En esas palabras hay algo que nos acerca a las raíces mismas del pensamiento, las raíces mismas de nuestro sanathana dharma, la religión universal”.

Esta experiencia de diálogo pone en evidencia cuanto había dicho Juan Pablo II precisamente en India: “Mediante el diálogo hacemos que Dios esté presente en medio nuestro, porque mientras nos abrimos recíprocamente en el diálogo, nos abrimos también a Dios (Juan Pablo II, Discurso a los representantes de las varias religiones de India, Madras, 5 de febrero de 1986)».

 El diálogo con los movimientos Ghandianos que, desde el inicio caracteriza esta experiencia, prosigue en Coinbatore donde, todos los años, a partir de agosto de 2001, se desarrollan Mesas redondas que afrontan y profundizan aspectos espirituales y humanos desde las dos perspectiva: gandhiana y de la espiritualidad de la unidad. También se colabora en proyectos sociales y, en especial, en la formación de las nuevas generaciones a la paz. Sobre todo se crece en el conocimiento recíproco y se crea entre todos una relación de auténtica fraternidad.

Para profundizar en los sucesivos simposios:

Caminos espirituales en el hinduismo y en el cristianismo” – 2004

“Dios, hombre y cosmos” en la perspectiva cristiana e hindú – 2008


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