Margarita Bavosi (Luminosa)

 
"¡Quiero hacerme santa!" (19 de septiembre de 1941- 7 de marzo de 1985)

20120307-04“Siempre fue: alegre, efusiva y afectuosa”. Así la recuerda su hermano Osvaldo. Su mirada era profunda y límpida, su risa alegre, contagiosa, trasmitía su entusiasmo. Era libre y el secreto de esta libertad lo encontramos en el amor exclusivo a Dios que transformó su vida en un torrente de luz. Quizás por esto Chiara Lubich la llamó Luminosa, nombre con el cual era conocida y amada por tantos.
La suya era una vida feliz hasta que su mamá murió repentinamente. Ella –la tercera hija de una familia de inmigrantes italianos a Buenos Aires- cuanto tenía diez años cuenta: «Espontáneamente miré al cielo y le dije a la Virgen: “María no me puedo quedar sin una mamá, ¡ocupa tú su lugar!”».
Ese momento, que recordará como su “primer encuentro con el dolor”, lleva a esta chica sencilla y despreocupada, a madurar en ella una gran sed de Dios. A un sacerdote que la exhorta a ser una “buena chica”, le responde: «Hay demasiadas, a mí no me basta: ¡yo quiero hacerme santa!».
«Me daba cuenta de que Dios no podía ocupar sólo un rincón de mi vida –cuenta años después- que tenía que ser el centro. Aunque no sabía cómo…». Una compañera del colegio la invita a uno de los primeros encuentros en Argentina del Movimiento. El amor recíproco que viven los focolarinos le hace descubrir la vocación que estaba madurando en ella.
20120307-02Se dona a Dios en el focolar y escribe a Chiara Lubich: «Sólo puedo ofrecerte mi pequeño y pobre amor. Haz lo que desees con la seguridad que te seré fiel en este camino que me has enseñado». Los primeros le escribe a Chiara: «En estos días me parece advertir un nuevo llamado de Dios, fuerte y sutil… que me decía: “Ahora has entendido algo de quién soy Yo y lo que puedes esperar siguiéndome. ¿Todavía me amas?” Le respondí: “¡Sí! ¡Para toda la vida y la eternidad!”».
Poco después fue nombrada co-responsable delMovimiento de los Focolares en España, donde permanece por 14 años. Ama repetir: «Si hay algo que produce alegría, enseguida la alegría se multiplica» y su vitalidad contagia a cuantos la frecuentan.
En 1981 Chiara anima los miembros del Movimiento a renovar el compromiso de hacerse santos juntos. Luminosa hace profundamente suyo este compromiso. Pronto, a esto se le suma un 20120307-05inexplicable deterioro físico. Sólo después de tres años cuando ya la enfermedad está muy avanzada, llega el diagnóstico preciso.Pero la que no cambia nunca es su sonrisa.
Ya no logra moverse pero sigue ‘trabajando’ construyendo relaciones y aceptando y ofreciendo el sufrimiento sin preocuparse, viviendo el presente. Chiara Lubich le dice: “Sigue jugando” (siguiendo el ejemplo de San Luis Gonzaga) y ella apunta en su diario: “Estoy en la alegría y en la paz”. Y juega con… la muerte, o mejor con la vida que renace plenamente después de tantas pequeñas muertes vividas y superadas por la unidad con los demás, en la constante donación de sí.
Cuando, la noche del 6 de marzo de 1985, la situación se precipita, susurra un mensaje para Chiara que le pide que le salude de parte suya a la Virgen: «Sí, sí, sí…» repite treinta veces. Y finalmente, 20120307-03dirigiéndose a los presentes, entre la sorpresa general dice: «Heme aquí Jesús, siempre he tratado, en todo momento, de hacer todo delante de Ti… pero ahora dejen de rezar por mí… vayan adelante ustedes». Su rostro estaba radiante, satisfecho y bellísimo. Traslucía con claridad la intensidad sencilla y radical con la que Luminosa supo vivir durante sus 44 años.
El 22 de noviembre de 2008, se cierra la fase diocesana del proceso de canonización de Luminosa. A ella han sido dedicados el Centro del Movimiento de los Focolares de Madrid y la ciudadela internacional de los Estados Unidos, a pocos kilómetros de Nueva York.
Para saber más: “Luminosa”, de Alfredo Zirondoli; editado por Ciudad Nueva (España), 1992.

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