Evangelio vivido: “Estaba preso y me visitaste…”

 
Visitar las cárceles y encontrarse con las personas que están allí cumpliendo sus penas para llevarles esperanza y aliento en un momento importante de sus vidas.

Soy abogada y participo, desde siempre como voluntaria en el ámbito de la Ética y la Justicia, y mi profesión la ejerzo en la actividad pública, es decir, rodeada de papeles, con empleados a cargo, comenzando a sentir que no era suficiente cumplir con mi deber, y tener buenas relaciones con el grupo de trabajo, ni incluso destacarnos por la celeridad de los trámites. En esa búsqueda comencé a participar con el grupo ACALP (Asociación Cristiana de Ayuda al Preso) en las visitas a la cárcel, en este momento a la de Olmos.

e_1393450410Somos un grupo de diez personas, de diferentes Movimientos, que vamos una vez por mes, y nos encontramos con 40 o 50 personas internadas, según la voluntad de los guardia-cárceles o la conducta de los internos.
¿A qué vamos? A amar.
Y a que esos muchachos, en su mayoría muy jóvenes, sientan que pueden ser queridos, que son dignos de respeto y dignidad, que en la vida, cualquiera sea el hecho cometido se puede recomenzar, que en este momento que están privados de su libertad pueden y deben cultivar relaciones dignas con sus compañeros, con sus visitas, con quienes los vigilan, y que ello los valoriza, los hace más hombres pero fundamentalmente que son amados por Dios.
Por lo general buscamos un disparador, ya sea por medio de un cuento o una dramatización, que siempre da lugar a intercambio de opiniones, a reflexiones sobre su vida. En una oportunidad representaron en forma improvisada la parábola del Hijo Pródigo, donde naturalmente todos se identificaban con el hijo que regresa y si bien les encantaba ver la culpa del hijo “bueno”, mucho más difícil les resultó ver al Padre que perdona y poder comprender la lógica de la caridad cristiana, que comprende la entrega y el perdón.
En las charlas con los internos se insiste en las consecuencias del delito, en términos claros para que tomen conciencia de que como una piedra lanzada al agua provoca varios círculos, también su accionar ha provocado no solo gran daño a la víctima y a su familia, sino a la propia familia del interno, a sus hijos cuando van a la escuela, y a todo el núcleo familiar que sufre la discriminación aún de parientes cercanos.
Por tal motivo nuestra presencia quiere servir de aliento e instar a una mirada al presente y al futuro con mucha esperanza.
En la puesta en común final, luego de reunirnos en grupos pequeños, procuramos que sean los internos los que se expresen:
– ¿Porqué vienen?
Deben querernos mucho para hacer éste recorrido en medio de esta tormenta.
– Yo hice lo que hice para dar bienestar a mi familia, ahora me doy cuenta que les privé de lo más importante, su papá.

37372_620Son muy diversas las expresiones, pero creo que lo más importante es saberse amados, sintiéndome un poco su mamá, conversando y escuchándolos como si fueran mis hijos.
Realmente el dolor que significa estar en ese lugar, es redimido con la entrega del alma y siempre salimos agradecidos a Dios que nos ha dado esta oportunidad de amar.
La economía divina nos ha dado también la oportunidad del intercambio con otros grupos católicos. En la Navidad pasada, en una parroquia de Glew un sacerdote dijo: “Quién quiera llevar el pesebre a diferentes lugares que se alegrarían con su presencia, pueden retirarlo a la salida de misa”.
Lucas, un muchacho de 24 años y su novia Verónica, se acercaron a retirar un pesebre y el sacerdote les dice si pueden llevarlo a la cárcel de Olmos. Así fue como el sábado siguiente, cuando el grupo nuestro llegaba estaban tres jóvenes esperando que les recibieran el pesebre, ya que no tenían autorización del Servicio Penitenciario para entrar.
Manolo -uno del grupo que habitualmente vamos, con su esposa Carmen cumplieron éste mes el 40 aniversario de visitar las cárceles-, los invitaron a pasar con nosotros y fueron autorizados por las autoridades.
Desde ese día de diciembre del año pasado nos acompañan, no solo vienen ellos, sino que se han sumado sus amigos, hermanos, llevando a los internos la posibilidad de dialogar libremente con personas de su edad, que es una riqueza.
En varias oportunidades nos han acompañado personas de Pastoral Carcelaria, otra vez una religiosa misionera, para experimentar nuestra forma de trabajo y quizá llevarlas a sus lugares.
Ya se unieron a estas visitas otras cuatro voluntarias. Ahora nos hemos propuesto comunicarnos con las Autoridades a fin de procurar el cumplimiento del imperativo legal de la remuneración por el trabajo que ellos realizan allí.

G.T. ( Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina)
Las fotos son ilustrativas

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