Pamela Jazmín Perdomo Villalba

 
Un canto de amor (01-07-95 / 07-09-2015)

10898177_935270609817510_9019873276651404169_nUna sonrisa límpida, una mirada abierta. Pamela comunicaba su vitalidad y su vida a través sus ojos y de la sonrisa que muy frecuentemente adornaba su rostro. Nos dejó físicamente el lunes 7 de septiembre de 2015. El día siguiente, toda la ciudad de Caazapá (Paraguay) le dijo “hasta pronto”. En efecto, no fue un “adiós” para sus muchos amigos que fueron a despedirla desde varias ciudades del país.

Pamela Jazmin Perdomo Villalba nació el 1° de julio de 1995, en San Juan Nepomuceno, de Griselda Villalba y Humberto Perdomo. Vivió su primera infancia en Caazapá, pequeña ciudad de antigua fundación franciscana, capital del homónimo departamento paraguayo.

Pero a los 5 años, sus padres se separaron, y Pamela volvió con su madre a la casa de sus abuelos maternos a San Juan, a unos 80 km de distancia. En el 2009, cuando tenía 14 años, su mamá se fue a España en busca de trabajo. Por eso, Pamela regresó a Caazapá, donde vivió con sus abuelos paternos.

10891698_935270676484170_3299950696092115215_nAllí, en el colegio, conoció a Ángela González, una adolescente del Movimiento de los Focolares, con la que entabló pronto una profunda amistad. Pamela, Ángela y Julieta eran tres amigas inseparables desde entonces y hasta hoy. En torno a Ángela y a su hermana Susana, en la ciudad se había formado un grupo muy activo y con el tiempo muy numeroso de Chicos por un Mundo Unido, del que Pamela comenzó a participar con entusiasmo. Particularmente, los CHMU comenzaron a visitar regularmente un asentamiento de la periferia, llamado Roque Sarubbi, que carecía de los servicios básicos y padecía muchas necesidades.

Pamela deseaba conocer la Mariápolis Lía de O’Higgins, y en el 2014 pudo participar a la Fiesta de los Jóvenes y, de paso, visitar a su amiga del corazón, que vivió allí todo ese año.

10511286_10203131452600019_8827357380045017546_n“Su mayor sueño era ‘hacer la experiencia’”, cuenta Ángela. “Hace unas semanas, le comunicó a su mamá ese deseo”.

A su mamá, que le preguntaba que era eso, le iba explicando con detalles. “Y después de ir a la Mariápolis Lía, me voy a ir a a Loppiano. ¡Quiero conocer todas las Mariápolis!”, decía.

En agosto del año 2013, cuando “Pame” tenía 18 años, se le diagnosticó un Linfoma de Hodgkin, por el cual se sometió enseguida a tratamientos de quimioterapia y radioterapia.

Ese momento cambió por completo su vida en muchos sentidos. En particular, se acercó mucho más a Dios. Nunca estuvo lejana de la Iglesia. Desde niña adoraba cantar, y formó parte, tanto en San Juan como en Caazapá de los respectivos coros parroquiales. Tenía una voz dulce y penetrante, hermosa. También formaba parte de “Fe# sostenido”, un grupo de música cristiana, cuyos integrantes y amigos fueron un gran sostén también en los momentos difíciles, así como los compañeros de Pastoral Juvenil de la parroquia.

10351467_878110592200031_7421707079520253606_nEl cambio en su vida fue una profundización de la fe que vivía. Gracias a sus amigos y amigas del Movimiento, a quienes consideraba hermanos, aprendió a conocer y amar a Jesús crucificado y abandonado.

Ángela le regaló un libro que narra la vida de la beata Chiara “Luce” Badano, una joven de los Focolares que murió a los 19 años por una grave enfermedad. A partir de entonces, Pame tenía un modelo a seguir, a quien tuvo presente en todo momento.

Adhería profundamente a las situaciones dolorosas que se le presentaban, reconociendo en ellas justamente un rostro 1509916_10205005630970671_887600268171946655_nde Jesús en la cruz. Y amándolo a Él, experimentaba una alegría que era una participación a los efectos de la resurrección de Jesús. De hecho, durante las sesiones de quimioterapia no podía ir al colegio ni realizar actividades físicas. Nueve meses más tarde los médicos le dieron de alta, aunque le comunicaron que tendría que realizarse controles periódicos, pues la enfermedad presentaba altas probabilidades de recaída.
“En esa época Pamela fue un testimonio de fe para muchas personas, pues ella compartía como lo había afrontado y la fortaleza que Dios le había dado para pasar esos momentos. Empezó a ser inspiración de muchos jóvenes”, cuenta Ángela.

Cuando su amiga volvía de un retiro o de algún encuentro en que se profundizaba la espiritualidad de la unidad, quería que le contara todo. “Quedaba como ‘embobada’ escuchándome. Y vivía realmente lo que aprendía de ese modo”. Por su cuenta, “googleaba” acerca de Chiara Lubich, de Chiara Badano y de la espiritualidad.
Pamela se fue recuperando y volvió a tener una vida normal, trabajaba en la Comisión de Salud Animal en Caazapá, seguía cantando en el coro de la parroquia, volvió a jugar handball, de la que era apasionada, etc.

En abril de este año se encaminó hacia su sueño de ser pediatra, por lo que se mudó a la ciudad de Coronel Oviedo para empezar el curso probatorio de ingreso a la carrera de Medicina. Pero pronto tuvo que abandonarlo, pues comenzó a tener problemas al respirar y se le habian inflamado nuevamente los ganglios… El cáncer había regresado.
De nuevo, tuvo que realizarse quimioterapia, pero esta vez con medicamentos mucho más fuertes, que la debilitaron mucho, hasta el punto que tuvo que dejarla.

Se internó en un hospital público de Asunción, donde pasó 32 dias, mientras su situacion se tornaba cada vez mas grave.

Con los amigos hablaba de su futuro, y en particular deseaba ardientemente ponerse bien para participar en la Mariápolis que se realizó del 4 al 6 de septiembre en Santa Rita, cerca de Ciudad del Este.

Sin embargo, iba tomando conciencia de la gravedad de su estado.

Cuenta Ángela, en una carta a Pamela que ella misma leyó durante el funeral:AlwfQa8m3qNSOTFSe48ix9pXiIX_usSxzsgSZy8wmOSk

“Desde el inicio de esta inesperada enfermedad, no hubo un momento en la que no te hayas demostrado fuerte. Sobre todo en la fe. Y me decías: Todos me preguntan: ¿cómo podés ser tan fuerte? O dicen: Pamela tiene una fortaleza increíble… Pero yo solo sé que esta fuerza no es mía, sino que viene de Él’.
Vos veías a esta enfermedad no como una maldición, sino como un regalo de Jesús para vos, y lo aceptaste sin reproches.
Contigo, Pame, no había momentos tristes. Si uno iba desganado/a o triste a verte, vos te encargabas de hacer un chiste hasta hacernos reir. Eras vos la que nos dabas fuerzas, no querías que nadie estuviera triste. Vos sólo querías sonreir y hacer sonreir a los demás.
Este año, cuando te enteraste de que el cáncer había regresado me dijiste en un mensaje:
‘Pasa que aún no estoy tan loca como Él, y todavía me sorprenden sus ocurrencias. Pero es lo lindo de Él, al final. Yo todavía no descubro lo que quiere de mí, pero estoy presta. Creo en sus promesas’”.

11987150_1064905600187195_6992013087858715230_n“Una guerrera”, la definieron muchos por su gran coraje y fortaleza. Y “una guerrera de Dios” la llamó Maria Voce, la presidente de los Focolares, en una carta que le envió y que Pame pidió a la madre de enmarcar con detalles dorados.

Con su querida mamá, que extrañaba mucho, las últimas semanas fueron de una gran intimidad y afecto. Un día en que la fiebre que casi no la dejaba le dio una tregua, le preguntó: “Mamá, ¿cómo te gustaría que sea tu entierro?”. Y ante la resistencia de mamá Griselda a hablar del tema, insistió. Su intención era comunicarle como deseaba que fuera su propio funeral.

Quería que ella y sus amigos vistieran de blanco, y estar rodeada de flores multicolor. “Mamá, vos no tenés que llorar. Tenés que ser fuerte y estar contenta”. Deseaba que se cantara, y fuerte, todo el tiempo. “Y así fue”, confirma Ángela. “Los jóvenes y los Chicos por un Mundo Unido no dejamos de cantar… ¡Fue hermoso, porque así sentíamos una fortaleza tremenda!”.

Además, quería ser sepultada en San Juan.

Pero no porque no se haya sentido en casa en Caazapá, sino todo lo contrario. Ambas ciudades están en permanente rivalidad, y Pame sentía en su propria piel esa adversidad recíproca, que a veces llegaba casi a un odio poco racional. Quería hacer todo lo que estuviera a su alcance para que sus “dos patrias” vivieran en armonía.

Silvano Malini

Yo tenía otros planes, quería hacer otras cosas. Nada de esto fue lo que soñé, pero no sabía que con renunciar a todos mis sueños, anhelos y planes, obtendría esto a cambio. Todo es mucho, pero mucho mejor a lo que hubiera podido planear. No dice en vano Dios que sus planes son mejores que los nuestros.

Desde el principio de esta enfermedad Él me hizo ver “estrellitas”, y muchas veces contemplaba más las “estrellitas” que el Sol, que Dios, me permitía ver cada mañana.

En otros y en estos momentos, di y doy las GRACIAS por darme la oportunidad de despertar y poder compartir con personas muy especiales para mí… el tiempo que me donaron, los abrazos que me regalaron junto con las sonrisas, las carcajadas y tooodos los hermosísimos momentos vivido (de los cuales perdí la cuenta) teniendo a Jesús y a María con nosotros…

Yo jamás imaginé venir a parar con estos “locos” y muuuucho menos que sería tan feliz con ellos.

Son más que un regalo. ¡Son miles de bendiciones en una sola! Los amo mucho y, desde lo más profundo de mi corazón: ¡GRACIAS!

Pamela

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