Somos Ceci y Ale, gen (jóvenes de los Focolares) de Asunción, Paraguay, tenemos 23 años y somos estudiantes de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), de las carreras de Ingeniería y Medicina respectivamente, ambas estamos cursamos nuestro penúltimo año.
Queremos compartir con ustedes nuestra experiencia de la “primavera paraguaya” que comenzó hace un mes y medio. Desde mediados de septiembre, vivimos una etapa de grandes cambios a nivel de la educación en nuestro país, que comenzó a raíz de publicaciones de graves irregularidades instaladas en nuestra universidad.
Se trata de la universidad más importante del país -lleva la mayor parte del presupuesto nacional para educación superior- y en donde está instalada la corrupción y la política partidaria desde hace ya un tiempo, donde principalmente el Rector y ciertos decanos manejaban la UNA como una seccional política.
Así, reinaba el amiguismo, con nombramientos a docentes y funcionarios cobrando millonarios sueldos sin formación universitaria alguna y existía una repartija de rubros a ‘planilleros’: personas con conexiones con estas autoridades que cobraban sin venir a trabajar.
Después de mucho tiempo de indignación en silencio, los estudiantes de todas las facultades e Institutos Superiores dijimos “BASTA”. Todo comenzó con una sentada frente al Rectorado de la Universidad, demostrando nuestra indignación ante estos hechos. Cada día se desarrollaba la manifestación de forma pacífica y siempre con ‘micrófono abierto’, lo que daba la oportunidad a todo estudiante, docente, funcionario administrativo, egresado, etc. de compartir su experiencia y recordar la necesidad de cambio. A las sentadas, se sumó una vigilia permanente alrededor del Rectorado: los estudiantes decretamos paro estudiantil, exigiendo primero la renuncia del Rector, y luego la del grupo que conformaba su ‘primer anillo’.
En simultáneo los estudiantes secundarios de institutos tanto públicos como privados también se levantaron reivindicando una educación de mejor calidad. Juntos, estudiantes de colegios y universitarios llevamos adelante esta revolución. A todo este levantamiento estudiantil, se agregó el apoyo de la ciudadanía, lo que nos dio más fuerzas para no decaer en la lucha, dejando claro que esta causa no se limita a una universidad o a colegios, sino que es causa común de todo el pueblo, que se identifica con hechos de corrupción vividos en prácticamente toda institución pública.
Hoy, luego de 40 días, hemos conseguido no solo la renuncia del Rector, sino su encarcelamiento y la de 5 otros funcionarios así como la imputación de 38 otros funcionarios de la universidad.
También hemos logrado la renuncia de 6 decanos, 5 vicedecanos, la totalidad del consejo directivo de una facultad, entre otras autoridades.
Para nosotras, fue fundamental vivir esta etapa juntas así como con otros gen que también son estudiantes de la UNA, tratando de merecer la presencia de Jesús entre nosotros y todos los valores y las herramientas que la espiritualidad de la unidad nos dio siempre, ya que no faltaron los momentos de dificultades. A pesar de que la manifestación siempre fue pacífica, hubo más de una ocasión en la cual fue difícil contener a las multitudes que a veces parecían al punto de dejarse llevar por las emociones del momento.

Era en estos momentos en los cuales nos buscábamos para ponernos de acuerdo. Y cada vez, nos dábamos cuenta de que estábamos en sintonía, en unidad, no solo porque atravesábamos las mismas dificultades con nuestros grupos de compañeros sino también porque todo lo veíamos desde la perspectiva de este ideal que queremos vivir.
Para nosotras, esta experiencia -que aún sigue vigente- fue la oportunidad de no solo ser protagonistas en la sociedad, sino también ser protagonistas en el amor.

Para más información ver: número de noviembre de Ciudad Nueva (edición Uruguay-Paraguay) y número de diciembre (edición Argentina)