En medio de la inundación, los pequeños gestos

 
Concordia, en Entre Ríos, sufre una de las más grandes inundaciones de las últimas décadas. La comunidad de los Focolares, junto a muchísimos más, se prodiga fundamentalmente por acompañar a los damnificados, preparándose fundamentalmente para el momento de “la vuelta a casa”.

Para la comunidad de los Focolares en Concordia (Entre Ríos) el impacto de la inundación fue muy fuerte y gracias a la comunión entre ellos fueron comprendiendo dónde concentrar las ayudas. Se organizaron con el sacerdote de la parroquia Nuestra Señora de Pompeya, el padre José Temón, un sacerdote que conoció el Ideal de la unidad apenas ordenado sacerdote. Hoy tiene más de 80 años y sigue con la misma fuerza espiritual de cuando conoció el carisma. En su parroquia se ha nucleado por mucho tiempo la vida del Movimiento en la ciudad de Concordia (encuentros de comunidad, encuentros de jóvenes y adultos). Apoyándose en su experiencia, también en el doloroso y reiterado tema de las crecidas del río, pensaron como comunidad concentrar principalmente las ayudas en la segunda etapa que es el próximo retorno a las casas en la medida que siga bajando el río.

Ya que en estas primeras semanas, las fuerzas civiles han actuado abriendo las escuelas, centros comunitarios, parroquias, etc. y las ayudas en víveres y ropa han sido destinados a este momento de emergencia, les pareció oportuno destinar el dinero trasferido a esta segunda etapa.

inundacion-en-ConcordiaSimultáneamente en estos 10 días el grupo de jóvenes de la Palabra de Vida se ha unido a otros grupos (Club de Leones, Club Vasco, Bachillerato artístico) para acompañar en los servicios de meriendas que están cubriendo en distintos puntos de la ciudad a los centros de evacuados. Ahora están abocados al festejo del día de reyes, juntando juguetes y organizando una fiesta de payasos.

“Ahora viene la etapa ‘más dura’ -cuenta Pat Santoianni desde Paraná- en la que hay que volver a las casas pero para ello hay que limpiar, desinfectar, pintar con cal principalmente. Como comunidad piensan que el dinero puede destinarse a elementos de limpieza (cal, lavandina, desinfectantes, pintura) y a reponer artefactos de primera necesidad en los domicilios que se vayan habilitando.

Hay una joven de la comunidad que ha perdido todo y a quien también han tratado de socorrer concretamente en esta semana. Una red de amor grande… ¡hecha de pequeños gestos!”

Y agrega Pat: “Días pasados Daniela me contaba que en la escuela donde es directora recibieron muchos evacuados. Era difícil organizar el trabajo ante la resistencia de muchos docentes que no estaban dispuestos a ‘trabajar’ el día de Navidad o esa semana antes de Año Nuevo. También allí la vida de la Palabra la ayudó mucho a ser paciente, comprensiva, a escuchar, contener tanto a unos como a otros. Las familias de evacuados, sin duda por la situación de emergencia y vulnerabilidad, por momentos parecían exigentes en las demandas y esto alteraba bastante al trabajo. Un día se acercó una mamá pidiendo talco mentolado para el pie de su hijo lastimado. El primer razonamiento fue: ‘Entre tantas urgencias… ¡qué excentricidad!’ Pero ponerse en el lugar de esa mamá que aún en medio de tanta emergencia buscaba lo que consideraba necesario para el niño, la llevó a buscar el talco, que por supuesto no existía entre las cajas de donaciones. Sin embargo, para el amor nada es imposible. Justo la llamó una colega que estando en una farmacia se preguntó si quizás no sería útil proveer de algún medicamento. El medicamento era ¡el talco mentolado!”.

Esas pequeñas experiencias, la comunión entre los jóvenes que visitan los centros de evacuados, el apoyo y contención en una escucha, en una palabra de ánimo son brotes de esperanza que se viven en una ciudad que frente al dolor ha mostrado gestos de solidaridad muy grande.

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