En todo el territorio de Entre Ríos y centro de la provincia de Santa Fe hay alrededor de 22 grupos de Palabra de Vida, donde jóvenes y adultos nos fortalecemos en la práctica del Evangelio. Pero siempre nos quedan ganas de “algo más”. Así surgió la idea de compartir un fin de semana para profundizar en la espiritualidad del Movimiento e invitar algunos amigos que siempre nos miran con curiosidad.
Lo armamos entre todos, los más antiguos como los no tanto, repartiéndonos los momentos del programa que cada grupo prepararía con creatividad. Mientras tanto pudimos poner en práctica la Palabra de agosto que nos invitaba a tener un único maestro.
Para las doce personas que quedamos luego en el grupo coordinador, resultó un primer desafío dejarnos guiar por lo que el Espíritu Santo nos iba sugiriendo, abriéndonos- sobre todo los que hace más tiempo participamos- a las ideas de los jóvenes y nuevos integrantes de la familia. La comunión fue permanente y luminosa a través del grupo de Whatsapp que quisimos llamar “Los 12”.
El programa debía tener una impronta ágil, moderna, atrayente, con un lenguaje comprensible y adaptado a los nuevos tiempos y al mismo tiempo profunda. Cada grupo desarrolló su imaginación para presentar alguno de los puntos centrales de la Espiritualidad de la Unidad: a través de mímicas, representaciones teatrales, crucigramas, preguntas y respuestas, juegos, una meditación guiada en la Capilla, una puerta con varias llaves nos sirvió para hablar de Jesús Abandonado, todo esto con el soporte de ricas y profundas experiencias.
A través de una filmación Vicky, una joven rosarina que está haciendo una experiencia en África, nos contó cómo vive el arte de amar, nos conmovió y ayudó a comprender cómo llevar esta propuesta a la vida diaria, con simplicidad y compromiso.
Participaron alrededor de 90 personas del 21 al 23 de agosto, entre ellos muchos jóvenes que dieron su aporte de frescura y espontaneidad que contagio a todos. En un gran clima de familia compartimos nuestras vivencias más profundas, las de dolor como aquellas cotidianas. Luego de almorzar algunos fuimos al encuentro de las familias aledañas al Centro Mariápolis para invitarlos a los festejos del siguiente domingo del Día del Niño y Misa de la Virgen de Chaguaya, venerada por la comunidad boliviana de la zona.
“Sucedió como picardía de Dios que fui sin saber a qué iba, misterio que se fue revelando desde que atravesé la puerta y con el transcurrir de los momentos compartidos. Conocer(nos), de ellos se trataba, conocer el carisma, los rasgos auténticos y únicos en los que Dios le dio su impronta, su “toque” original a la bella Obra de María”
“Tal vez lo que más me conquistó fue lo que no estaba planeado, cuando fuimos a invitar a los vecinos para los festejos del domingo. Encontré una realidad que no conocía, que interpela mi hoy y me invita a dar pasos, corazón adentro, que me arrimen a la necesidad del hermano, a través del cual Dios me encuentra y salva de una vida vivida sin sentido”.
