En el marco del año del Bicentenario, desde la reciente conformación del equipo de Pastoral Social de la región noreste del Chubut que lleva por nombre “Mar y valle”, se propuso impulsar unas Jornadas referidas a la temática del cambio climático y el mensaje universal de la Laudato Si’.
Desde un comienzo se diagramaron para que sean en espacios públicos como el salón de un diario, en la universidad, un teatro, un barrio periférico y el auditorio del Centro de Investigación de la Patagonia del Conicet, un fuerte mensaje de la Iglesia que sale al encuentro de la gente.
Esta región se caracteriza por las convocatorias poco masivas, por lo que se valoraba más la calidad de escucha y diálogo que podía suscitarse en tormo al cuidado de la casa común e intercambio con los disertantes. Un objetivo que se fue logrando.
En líneas generales se pudo observar que se instaló una presencia de la realidad de la Iglesia en los medios y en los distintos ámbitos, con una mirada desde la ecología integral ante los desafíos que nos interpelan como provincia como lo son las millonarias inversiones que ofrecen para la megaminería extractivas a cielo abierto en la meseta con el uso del agua del rio Chubut (valle y tierra ocupadas por más de 40 comunidades originarias), la extranjerización de las tierras en especial aquellas más beneficiadas por el agua con la explotación del acuífero subterráneo Sacasana; también porque Chubut sigue siendo una provincia que vive de las regalías del petróleo; sigue instalada la lucha de años de ambientalistas y ecologistas en la protección de las áreas protegidas porque son únicas en el mundo como Península Valdéz, pero con nuevos desafíos como los incendios intencionales en los bosques de la cordillera y en el parque nacional Los Alerces; la realidad pesquera en nuestras costas atlánticas; la producción ovina y la lucha de campesinos contra empresas multinacionales.
Desafíos en esta materia no faltan, son un eco de lo que vienen denunciando los obispos patagónicos que, con diferentes matices, se observa en casi toda la región.
Por esto mismo se invitó para que presente la encíclica Monseñor Lugones, obispo de Lomas de Zamora, encargado desde Pastoral Social nacional para presentar esta temática y el Fraile Carmelita Eduardo Agosta, Climatólogo, científico y experto en cambio climático que fue asesor de los representantes para Argentina en la COP 21 de París.
Las charlas incluyeron encuentros con estudiantes secundarios, vecinos de la zona, investigadores y personas vinculadas a la administración pública, interesados en conocer los aportes de la Encíclica del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común.
Los especialistas en el documento de la Iglesia destacaron como ejes claves que es una carta escrita a todo hombre y mujer de buena voluntad, realizada con aportes del mundo científico donde se presenta un diagnóstico y el El núcleo de la propuesta de la Encíclica, es una ecología integral, como nuevo paradigma de justicia, una ecología que ‘’incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea’’.
Nuestro aporte como Focolares, fue estar al servicio de esta propuesta abriendo la casa del focolar para recibir al equipo y los disertantes en su primera reunión; ofrecernos para sacar las fotografías; tanto Enrique Perez (arquitecto y artista) como Matías Arenas (buzo de Puerto Madryn) expusieron sus obras vinculadas al cuidado de la casa común, sea con pinturas al óleo o con fotografía submarina transmitiendo ese mensaje a través de otro lenguaje; una persona experta en lo referente a la producción agropecuaria, aportó la experiencia que se viene realizando con el agua de mar para ganado ovino y en el ser humano; un periodista se contactó con el doctor en clima para continuar con una entrevista radial para profundizar la temática.
Este estar al servicio y tratar de amar concretamente en cada detalle concluyó el domingo cuando hicimos el recorrido por la región partiendo desde Puerto Madryn hacia Puerto Pirámides y desde allí hasta Dolavon a la casa de una familia del equipo de la pastoral social, donde nos esperaban con un corderito patagónico, vinos de este valle y las infaltables tortas galesas. El regreso a Trelew fue por las chacras pasando por Gaiman, región donde se han asentado las familias galesas.
Para todos fue la maravillosa experiencia de sentirnos en la misma barca y con la alegría de reconocernos de la misma familia de la Iglesia, sensible a estas temáticas que hoy preocupan a nuestra sociedad local y mundial.
(con la colaboración de Paola L., Trelew, Argentina)
