Los milagros son posibles…y los vimos en las historias de vida de los 17 jóvenes que están haciendo su proceso de rehabilitación en la Fazenda de la Esperanza de Carhuè. Vidas tocadas increíblemente por el Amor de Dios que no se deja vencer nunca y va a buscarnos allí donde nadie ni nada podría llegar. Un regalo compartir con ellos esta Navidad especialísima, inolvidable, llena de espacios de comunión, escucha, risas, de regalos sin papeles de colores ni moños pero que te dejan el alma llena y pasan a ser parte de vos, porque es imposible volver a ser los mismos después de tanta vida compartida.

Tiraron la casa por la ventana con un rico asado de cordero, lechón y una pata flambeada preparada por Pablo, que antes era asistente de chef y que se hizo mandar el uniforme para la ocasión. Algunos recibían la visita de sus familias después de varios meses sin verse o de años sin hablarse. Lágrimas compartidas también con los que teniéndolas lejanas podían solo encontrarlas en nuestro abrazo de hermanos o en una simple mirada en silencio. ¡Todo amor recíproco! Y después de tantas vueltas te das cuenta que el maravilloso secreto de la vida está en la simple respuesta que Luciano nos dió cuando le preguntamos cómo había hecho y cómo hacía para tratar de salir de tanta esclavitud: “amar, todo ahí”, un simple y poderoso verbo.

Cuatro estábamos presentes físicamente pero sabemos que muchos más estaban ahí con el alma, o en otros lugares, en otras periferias, compartiendo la alegría del nacimiento de Jesús con hermanos solos o en necesidad.