Con las manos en la masa

 
Participó por primera vez de una Mariápolis a fines de 2016 y a partir de allí el trabajo social que venía realizando tomó otra dimensión. La potencia del Evangelio puesto en práctica.

Durante la Mariápolis realizada en el Este de Mendoza, en octubre de 2016 oí, como si fuera por primera vez, que la misión del cristiano es la de ser fermento en la masa.

Era mi primera Mariápolis y encima llegué un día después por compromisos en la Parroquia. Pero llegué a tiempo, justo para los talleres. Yo participé del taller de clasificación de ropa. Nuestro humilde servicio fue un granito de levadura que dibujó una enorme sonrisa en Paulino, el director, e indirectamente en los niños de su comunidad. Incluso las chicas del taller han seguido colaborando ahí.

Ser fermento en la masa fue lo que el Espíritu me repetía y hacía levar mis inquietudes, mi corazón.

Yo trabajo en Cáritas en la Capilla Sta. Teresita del Niño Jesús de Guaymallén. Entre otras cosas, ayudamos a algunas familias de un asentamiento vecino. Todo lo que hacemos es poco y somos pocas voluntarias. Apenas cuatro. Y mis compañeras, por ahora, no tienen la vocación de trabajar en el asentamiento, que es un lugar peligroso. Sí, en cambio, la de llevar adelante el ropero y preparar los bolsones de mercadería, tareas que hacemos con dedicación y amor. En el asentamiento, la mayoría de los vecinos se dedican a recoger residuos y venderlos en las chacharitas. Usaban carretelas tiradas por caballos –algunos todavía lo hacen. Hace algunos años, la Municipalidad inició un programa para cambiar los caballos por motocargas y organizó una cooperativa de Promotores Ambientales.

Ladrillos-a-base-de-plasticos-recicladosAunque a mí me tocó participar, y con mucho gusto, del taller de clasificación de ropa, me interesé por el de reciclado de botellas plásticas y pregunté. La Municipalidad de Junín elabora ladrillos con botellas recicladas. No sabía para qué podría servirme ese dato pero, como se relacionaba con la actividad del asentamiento, me entusiasmó.

Cuando esperábamos el último almuerzo, una amiga se acercó y me señaló a una Concejal de Junín que participaba de la Mariápolis. Por supuesto que me dispuse a conversar con ella. En ese instante mi amiga me comentó que había un matrimonio de Guaymallén también interesado en el reciclaje. Ahí estaban María Selva y Ariel. Charlamos con la Concejal y los chicos le ofrecieron juntar botellas plásticas en su barrio y colaborar con el Programa Junín Punto Limpio. Obviamente que les pregunté dónde vivían. ¡Y vivían cerca de la Capilla! Entonces los invité a colaborar con los Promotores ambientales del asentamiento en vez de colaborar con el lejano Junín.

Hoy hemos formado un gran equipo junto con Leandro, un joven que trabajaba como animador en el merendero que ahí funcionaba hace un tiempo. También se sumó generosamente Maxi, el supervisor de los recuperadores por parte de la Municipalidad; a quien recientemente han ascendido como encargado de la Cooperativa. El grupo se llama “Castro recicla e incluye” y parece que nos conociéramos de toda la vida.

img-4Y colorín colorado ya han surgido proyectos para fortalecer la actividad laboral del asentamiento y el cuidado del medioambiente. Hemos armado mesas de trabajo con los destinatarios y diferentes actores sociales en torno a la cooperativa -capacitadores del Área de articulación social e inclusión educativa/Economía Social y ambiente del Vicerrectorado de la UNC, funcionarios del Municipio de Guillén, referente local del programa NODO (Misterio de Producción y Desarrollo Social de la Nación), asesores en ambientalismo, directivos de otras cooperativas, etc.- y hemos visitado empresas relacionadas con la actividad.

Este impulso que me dió la Mariápolis sigue vigente. En estos días se han sumado nuevos colaboradores y nuevos voluntarios, quienes irán nutriendo cada proyecto sin necesidad de participar de todos y en horarios flexibles. Leandro nos ha “prestado” a su mamá, Lidia, quien es trabajadora social y nos está dando un valiosísimo apoyo y asesoramiento.

Lo mejor es que he conocido a personas maravillosas llamadas a transformar la sociedad desde dentro con la fuerza del Evangelio.

Graciela Romano (Mendoza)

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