Evangelio vivido: los frutos llegan.

 
Como nos proponía la Palabra de Vida de mayo pasado, La alegría de Dios reside precisamente en estar conmigo, contigo, con nosotros todos los días, hasta la conclusión de nuestra historia personal y de la historia de la humanidad. Pero, ¿es así? ¿Es posible encontrarlo?. El ejercicio de encontrarlo donde Él está.

Nosotros descubrimos que no importa el tiempo que pasa, ya que cuando nuestras hijas cursaban la escuela primaria y secundaria en un colegio confesional, formábamos parte de los papás catequistas en la hora de formación en la fe, un trabajo hermoso.

Cada vez que preparábamos con los otros papás el programa del año, nos preguntábamos cuánto quedaría en cada uno de los chicos y nos proponíamos dar la semilla del Evangelio y dejarlos en el corazón de Dios.

Este trabajo era en conjunto con los directivos, docentes y la pastoral del colegio. Muchas veces salíamos con la duda cuanto quedaba de cada encuentro.

Con Ruben además de toda la preparación que nos daban en la institución agregábamos el toque de la Palabra Vivida.

a11En este último tiempo nos encontramos con algunos de ellos, en primer lugar la alegría del rencuentro y después el regalo de cómo viven la fraternidad.

Melina es hoy una de las terapeutas que atiende a Ruben y nos contaba cómo ayuda a una familia China para que puedan insertase en nuestra cultura.

Valeria que además fue compañera en el colegio de nuestra hija mayor, era la que más cuestionaba y se rebelaba para aceptar este espacio de formación en la Fe, hoy también está muy donada a trabajar con la comunidad del colegio haciendo comida los viernes para las personas que están en la calle y cómo logró que los jóvenes que están en 5to año se involucraran en esta tarea solidaria.

Lo cual hizo pensar que la semilla del Evangelio que habíamos ayudado a sembrar en esos corazones ha germinado

Stella y Ruben Fattori (Bahía Blanca)

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