Del 7 al 10 de julio se desarrolló en el Centro Mariápolis de Cunaco, Chile, en el marco del proyecto “Hombre Mundo”, el campamento misionero joven con el lema: “Mente, corazón y manos en acción”. Participaron más de 50 personas entre adolescentes, jóvenes, adultos y familias.
El programa contemplaba momentos en los que, justamente, se pusieran la mente, el corazón y las manos en acción.
A través de talleres, donde se profundizó el tema de la comunicación y la libertad “Libres para amar, libres para elegir”. Fueron momentos muy importantes de reflexión y de mucho diálogo. Uno de los chicos comentaba: “Siento que puedo seguir viviendo como vivo y siendo como soy, pero sin miedo”, encontrando la esperanza y el valor de ir contracorriente.
A través del conocimiento y descubrimiento mutuo experimentando que “más allá que todos seamos distintos, nos respetamos” y valorando a cadauno. Fueron importantes los momentos de oración, la misa… momentos para dialogar con Dios e ir en pofundidad.
Y con las manos en acción a través de trabajos en el parque del mismo Centro Mariápolis, yendo a misionar, visitando un hogar de ancianos y acercándose a personas solas o enfermas en sus casas.
Todos los momentos se vivieron con mucha alegría, tanto cuando se lavaban los platos o como cuando se jugaba.
La espontaneidad de los jóvenes se expresaba abiertamente: “Para mí fue vivir a flor de piel Jesús en medio y el amor vivo y sincero que es capaz de cambiar todo alrededor. También fue un encuentro con el dolor de algunas personas, y lo más lindo de eso es que no nos quedamos con los brazos cruzados o quejándonos de la triste realidad que viven algunos, sino que elegimos quedarnos para aliviarlos un poco”.
O también: “Para mí fue una experiencia muy bonita y la recibí como un gran regalo. Donde todos estaban abiertos a escuchar al otro y compartir sus alegrías y dolores. Sentí el amor de parte de cada uno… donde Jesús estuvo presente durante todos estos días de encuentro. Todos tenían la disposición de regalarse al otro y poder compartir en cada una de las actividades”.
Mientras que para una adulta que los acompañó durante esos dias: “Fue enriquecedor el poder conocer a los jóvenes, ser parte de sus inquietudes, temores y emociones, tratando de hacerme uno con ellos y entregándoles herramientas para salir al mundo…” .