Un focolar por tres días

 
En Resistencia no hay focolar masculino. Ese fin de semana las focolarinas viajaban a las distintas ciudades del territorio y pusieron a disposición la casa. Con un grupo de miembros del Movimiento se dió vida a un “focolar temporáneo”.

¿Qué pueden tener en común un focolarino casado de Posadas (Misiones), un miembro de la comunidad de 25 de mayo (Misiones), su dos hijos que hace algunos años hicieron la experiencia en la Mariápolis Lía y hoy son jóvenes profesionales, un joven (gen) de Resistencia, otro joven de Vera (Santa Fe), un voluntario de Corrientes, y un focolarino que está en Buenos Aires? Lo más importante que los acomuna es el carisma de la unidad y los deseos de hacer una experiencia de convivencia en un “focolar temporáneo”. Un desafío enorme para lograrlo solo en tres días.

Cena con Ramón“Fueron dos horas de vida de familia, donde nos conocimos, reímos y compartimos un poco de nuestras vidas; Mons. Ramón se fue muy feliz y contento no sólo por haber escuchado unas cuantas experiencias y concreciones que se están dando en su propia diócesis sino por haber vivido ese momento con Jesús entre nosotros.

“El sábado reservamos la mañana para hacer un poco de mantenimiento a la Mantenimiento1casa de las focolarinas ¡nuestra casa! Nos trasformamos en electricistas, plomeros… Fue increíble enterarnos cuando terminamos que el lema de ese día nos invitaba a poner a disposición del hermano los propios talentos. Entre muchas risas consideramos que cualquier profesional hubiera podido hacer esos trabajos en menos de la mitad del tiempo y mucho mejor que nosotros. De la misma forma nos convencimos que la experiencia vivida no la olvidaremos jamás.

“Por la tarde invitamos a los miembros varones de la comunidad a compartir un momento de comunión. Las cinco horas que estuvimos juntos en el living se pasaron volando. Un mezcla de curiosidad y de sorpresa era lo que se respiraba al comienzo. Pero fueron suficientes unas pocas intervenciones nuestras, contando unas experiencias vividas en el primer día, para que la actitud de los demás cambiara y generara un clima sagrado de comunión y de escucha mutua. Sólo el peligro inminente de que se quemaran los chorizos puso fin a ese lindísimo momento que igualmente siguió siendo lo mismo durante la sobremesa”.

Con los internosbLos jóvenes

No faltó un momento de deporte y compartir el almuerzo con algunos miembros de las comunidades de Resistencia y Corrientes para que la experiencia de focolar fuera compartida con los demás.

“Queremos darles un gracias enorme a todas las focolarinas que sencilla y heroicamente prepararon la casa en los detalles y la dejaron a nuestra disposición. De verdad la sentimos como nuestra -afirman-”.

El domingo 26 de noviembre a la tardecita, volviendo a sus lugares de residencia, cada uno experimentaba cuántas cosas tenía ahora en común con los demás. Y todos los que participaron de los distintos momentos pudieron llevarse en sus corazones el “diamante” del focolar: la luz y la paz que genera la presencia de Jesús en medio de quienes se unen en su nombre.

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