Durante los días 18 y 19 de Noviembre se realizó el Congreso de Chicos por un Mundo Unido en la Mariápolis Lía.

Participaron 100 chicos y chicas y animadores provenientes de distintas localidades de la Provincia de Buenos Aires, Argentina: La Plata, General Rodríguez y alrededores, José C Paz, San Nicolás, Junín y O´Higgins, de ciudades del Gran Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires.

Bajo el lema “Transformemos Desiertos en Bosques”, “nos propusimos vivir dos días de comunión -cuenta Maite, una de las organizadoras-, en los cuales pudiéramos constatar que la fraternidad universal es posible”.

Provenientes de realidades muy distintas, cada grupo de chicos pudo hacer la experiencia de donarse y recibir al otro, entablando relaciones nuevas, y renovando las que ya existían.

Fueron dos días de mucha actividad: meditaciones, juegos, comunión de experiencias, espacios de arte y de diálogo, recorrida por la Mariápolis, y mucho compartir.

“Pudimos profundizar en la cultura del diálogo -dice Beto-, del encuentro, en la cultura del dar y de la Paz. Cada grupo pudo donar sus experiencias locales: actividades, logros, dolores, proyectos. Cada experiencia fue recibida como un don”.

“Una característica muy linda del Congreso, fue la gran cantidad de las y los jóvenes (gen 2) que participaron, donando generosamente sus talentos y su tiempo. Fueron un aporte insustituible”, acota Maite.

“Otra característica muy importante, fue la coincidencia en la Mariápolis con el ‘Shabaton’, encuentro inter-religioso judeo-cristiano”, interviene Esteban, uno de los jóvenes participantes que se unió a la conversación. “Pudimos compartir algunos momentos con ellos. El ‘Havdalá’, celebración que marca el final del Shabat, fue un momento profundo, solemne e inolvidable. Pudimos rezar juntos judíos y cristianos, adultos y adolescentes, provenientes de distintos lugares.

También, la Rabina Silvina Chemén, nos dio una charla sobre el “Diálogo para la Vida”. Fue una charla profunda, clara, con la dimensión del Todos sean Uno. Un verdadero regalo que todos disfrutamos mucho”.

“A mí el Congreso -dice en el micro de regreso Mica, 16 años- me hizo ver que con simples acciones podemos transformar desiertos en bosques. Ver, crear vínculos con gente que no conocía y fortalecer los vínculos con nuestro propio grupo fue algo inolvidable. Me hizo sentir que hay más como nosotros queriendo cambiar el mundo”.

En tanto, Diego de 12 años dice: “Este encuentro que tuvimos me ayudó a entender como quiero ser. Y no porque se dijeron cosas que nunca había escuchado. Me hizo darme cuenta de que, si quiero convertir desiertos en bosques, no tengo que solo saber el cómo transformarlos, porque no sirve de nada si no lo pongo en práctica”.

“En el Congreso aprendí muchas cosas y perdí uno de mis miedos. Me gustó compartir un momento especial con los judíos y aprender más de ellos”, dispara Eugenia con sus encantadores 15 años.