Chiara Luce, corazón de la familia

 
El recuerdo de la Beata en el día de su fiesta. Una celebración preparada por los "amigos de Chiara Luce", jóvenes de distintos movimientos y parroquias de Santa Fe y Paraná-

En el abrazo de Chiara Luce entramos todos, todos son bienvenidos en las distintas etapas de la vida, en cada realidad, en cada búsqueda. Y así nos lo hizo vivenciar una vez más, en la Fiesta por el Octavo Aniversario de su beatificación, realizada el 28 de octubre en el Centro Mariápolis “El Salvador”, de la ciudad argentina de Paraná, Entre Ríos, con la presencia de unas 120 personas .

Este 2018 el lema que nos congregó fue “Chiara Luce, corazón de la familia” en un día hermoso, con rayos de Sol pero también con necesarias nubes que apaciguaban el calor y permitían disfrutar a pleno la naturaleza.

Como siempre, la picardía de Chiara Luce conquista de tal manera que no son pocas las personas que llegan sin conocerla por alguna invitación providente y creativa de Dios, que llegó “justo a tiempo” y a la que se aventuraron. También con otros que viajaron kilómetros, desde provincias aledañas, para vivir la experiencia de amor.

La invitación incluía la posibilidad de comenzar con el almuerzo “a la canasta”, simple gesto donde se ponen en común los alimentos mientras el ida y vuelta de corazones, comienza a abrirse camino entretejiendo vidas.

Luego del almuerzo, la música de la banda juvenil “Siamo Uno”, marcaba un nuevo tiempo que ya había que celebrar a través de notas musicales acompañadas de canciones con mensajes contundentes y vitales.

A continuación, estábamos “listos” para entrar en la casa de Chiara Luce y no era metafórico sino real. La propuesta consistía en transitar por cuatro “postas” o talleres: la habitación de los padres, el cuarto Chiara Luce, el comedor y el patio. En sí, cada espacio dentro de un hogar, tiene un llamado, una invitación, una misión y sobre ellos se cimentó la jornada.

Entonces, se conformaron tres grupos constituidos por diferentes edades, desde los más pequeños, pasando por adolescentes y jóvenes, padres y hasta abuelos.

Entrar en la casa, era en verdad, “dejarse” entrar, habitar en nuestro hoy, en nuestra realidad cotidiana, en el corazón de la familia y los vínculos, era estar disponibles para que la vida en familia de Chiara Luce haga eco en nosotros y nos transforme para nuestra plenitud en el proyecto de Dios.

Así fue que “estuvimos” con María Teresa y Ruggero, contemplamos experiencias concretas del día a día, plasmadas en ladrillos de papel, que nos interpeló como hijos, como padres, sobre todo en cómo la educaron en libertad y en clave de amor, cómo la acompañaron en sus distintos pasos y cómo iban aprendiendo a la par, teniendo siempre en claro que su hija era don de Dios.

Pasamos por el comedor, donde inicialmente, eligiendo distintos objetos aparentemente inconexos con lo que se vive en ésta parte del hogar, lográbamos trascender lo que a simple vista era, para describir lo que movilizaba en nosotros éste lugar de encuentro diario. Ello preparó el camino para traer al corazón una vivencia entre Chiara Luce y su mamá en el comedor, donde una vez más, nuestra beata testimonió ser la amiga de las segundas oportunidades, donde a la segunda chance regala un sí rotundo, que logra traspasar las fronteras y ama por entero, a imagen del Evangelio del Padre y sus dos hijos con la viña. Nos llevamos la invitación de recuperar los gestos simples y cargados de amor como la escucha, el regalar tiempo, el pensar en lo que al otro le hace bien, el perdón, el ser agradecido etc.

Después llegó el momento de entrar a su habitación, testigo de momentos fuertes y radicales en la vida de nuestra amiga, sin dar vueltas al querer de Dios. Se movieron nuestras baldosas al descubrir cuántas veces nos anestesiamos frente a las heridas, inquietudes o tramas complejas de los que nos rodean, para no comprometer nuestros latidos.

Y llegó la última posta, el patio donde Chiara Luce se reunía con sus amigos, recibiéndolos como llegasen, en sus días buenos y en los no tan buenos. Aquí fue un espacio para plasmar creativamente el regalo que ya llegábamos a abrir en todo lo vivenciado en comunidad. Regalos que tomaron el nombre de familia, aceptación, humildad, libertad, etc.

Como todos los años, la gracia recibida que nos desbordaba a todos, fue la Santa Misa donde, previa preparación de cantos y un video con imágenes de su papá Ruggero -fallecido pocos días antes-, se ofrendó cada pincelada de la fiesta, pidiéndole la Gracia, de que ello no terminase allí sino que se transforme en amor concreto en lo de todos los días, contando con ayuda fiel de nuestra amiga Chiara Luce que una vez más, llegó a las raíces del corazón y nos hizo familia.

Hasta el próximo capítulo

Colaboración de Luz Hurie

 

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