«Un vuelo posible»
Este vuelo ha sido experimentado en Loppiano: los primeros han sido los jóvenes que quieren montar una empresa. Un centenar, en grupos de trabajo, se han confrontado con cuantos ya están trabajando en el campo empresarial. Y el intercambio se ha convertido en un don: los empresarios han ofrecido su propia experiencia, no siempre fácil, y los jóvenes, con su entusiasmo y curiosidad, los han empujado a vivir con todavía mayor radicalidad los ideales de la Economía de Comunión: “De los jóvenes hemos recibido mucho más de lo que hemos dado” comentó un empresario.

La fraternidad, el “algo más” del empresario de la EdC
Los talleres fueron introducidos por la intervención de Cecilia Cantone Manzo, presidente de la E. de C. s.p.a., sociedad que gestiona el polígono empresarial Lionello Bonfanti, y por el Prof. Luigino Bruni, quien trazó el perfil del empresario de la EdC, indicando, en el vivir la fraternidad, ese “algo más” que lo caracteriza y que se suma a las capacidades requeridas por todo empresario: arriesgar, inventar, perseguir un proyecto.

Un empuje para hacer la empresa en modo innovador
Un grupo de expertos presentó elementos típicos del “montar una empresa”, en la óptica de la “cultura del dar” subrayando la novedad y suscitando un vivo interés entre los jóvenes. “Haber venido aquí – decía una estudiante napolitana – nos ha animado todavía más a montar una empresa, a hacer algo nuevo”. De los jóvenes provino la exigencia de repetir estos encuentros en Loppiano cada 6 meses.

Aquellas mejoras en la administración de la acción más allá de toda imaginación
El 24 de abril el congreso se abrió a otros empresarios. «A pesar de las dificultades y las crisis de todo tipo –cuenta un empresario de piemontés- hemos podido constatar un continuo y notable crecimiento en nuestra facturación. En mi experiencia siempre he verificado el “céntuplo” evangélico, que no es nunca uno de esos paquetes grandes e incómodos (como podría ser ganarse la lotería) que puede echar a perder la vida cotidiana, sino que llega con discreción. Varias veces ha sucedido que nuestro administrador, quizás a medio año, nos ilustra una situación precaria; después, yendo adelante con el trabajo, al final del año, con verdadera sorpresa nos anuncia una mejoría, más allá de lo que habríamos podido imaginar”.

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