Es un verdadero honor y placer para mí estar hoy aquí entre ustedes en representación de Chiara Lubich, fundadora y presidente del Movimiento internacional de los Focolares.

Es algo más que una profunda amistad lo que une a Chiara Lubich y al prof. Barber: es una recíproca comunión de intentos.

Desde la primera Jornada de la Interdependencia en Filadelfia, se ha puesto en evidencia cuanto la finalidad general del Movimiento de los Focolares: “contribuir a la unidad de la familia humana”, puede sostener fuertemente los ideales de la Interdependencia.

Chiara Lubich ve la fraternidad universal como la raíz y la garantía de una verdadera interdependencia entre los pueblos. Los recientes trágicos eventos del mundo subrayan cuanto ésta es la prenda insustituible de un futuro de paz. La interdependencia fraterna necesita sin embargo del aporte de todas las fuerzas, no sólo políticas, sino seguramente también culturales y espirituales. El título elegido para esta tercera Jornada de la Interdependencia “El arte y la cultura en el corazón de la Interdependencia”, ha tenido una fuerte resonancia en mí, como signo profético.

Eran los años sesenta cuando, siendo bailarina de la Scala de Milán, en preparación para un período de estudios en el Teatro Bolshoi de Moscú, encontré el Movimiento de los Focolares. Su estilo de vida abrió de par en par delante de mí horizontes novísimos, que pueden ser expresados con estas palabras de Camus:

“… aquél que ha elegido el destino de artista porque se sentía diverso, muy pronto aprenderá que no puede nutrir su arte y su diversidad sino reconociendo su similitud con los demás. El artista se forja en este perenne ir y venir entre sí mismo y los demás; a medio camino entre la belleza de la que no puede abstraerse y la comunidad de la que no puede sustraerse”.

A través de mi larga carrera internacional, he podido experimentar cuanto la relación, la fraternidad, sean una fuente de inspiración, por ejemplo la creación de una escuela internacional de ballet clásico a nivel profesional, en colaboración con un bailarín rumano, nos ha llevado al descubrimiento siempre sorprendente del enriquecimiento recíproco que resulta del desapegarse de la propia inspiración y cultura para acoger la del otro.

Este paradigma de la fraternidad ha hecho nacer, en el seno del Movimiento de los Focolares, iniciativas y encuentros de artistas de diversas edades, tendencias y culturas, que viven un intercambio de talentos, inspiraciones y realizaciones, estas iniciativas son particularmente sentidas por los jóvenes, que aspiran a nuevas expresiones artísticas, abiertas a lo trascendente.

A propósito de esto Chiara Lubich tuvo una expresión singular “(…) el arista es quizás el más cercano a Dios… él es capaz de transmitir lo más bello que hay en la tierra: el alma humana”.

El Movimiento de los Focolares quisiera contribuir a revelar la alta vocación del artista, que le exige buscar en su alma –dilatada por el amor, por la comunión con los demás- un arte que sea testigo del sufrimiento y de la angustia de la humanidad, pero que también revele sus aspiraciones más profundas y el infinito que cada hombre lleva en sí, un arte que sea signo de esperanza para el mundo.

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