Viviendo el momento presente, vivo todo el Evangelio.

Si las Escrituras enseñan a hacer bien las cosas pequeñas, esta es precisamente la característica del que no hace otra cosa, con todo el corazón, que lo que Dios le pide en el presente.

Si uno vive en el presente, Dios vive en él y si Dios está en él, en él está la caridad. Quien vive el presente es paciente, es perseverante, es manso, es pobre de todo, es puro, es misericordioso, porque tiene el amor en su máxima y más genuina expresión; ama verdaderamente a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas; está iluminado interiormente, y guiado por el Espíritu Santo y por lo tanto no juzga, no piensa mal, ama al prójimo como a sí mismo, tiene la fuerza de la locura evangélica de poner la otra mejilla, de caminar dos millas…

A menudo tiene la ocasión de dar al César lo que es del César porque en muchos momentos presentes tendrá que vivir plenamente su vida como ciudadano…y así por el estilo.

Quien vive el presente está en el Cristo Verdad.
Y eso sacia, sacia el alma que siempre anhela poseer todo en cada momento de su vida.

 

(de Essere tua Parola, Città Nuova Editrice – 2008 p. 51)

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