Jesús es fiel a su promesa: “donde dos o más están reunidos en mi nombre, es decir en mi amor, yo estoy en medio de ellos”.

Sí, donde dos o más están unidos en Su amor se hace presente el Resucitado, y trae consigo los dones del Espíritu: luz, alegría, paz, amor. Es la experiencia hecha con estupor desde los inicios cuando en Trento, durante el segundo conflicto mundial, con mis primeras compañeras, hicimos nuestro ese mandamiento: ámense como yo los he amado y estrechamos un pacto: “yo estoy dispuesta a morir por ti, yo por ti…”.

Y es precisamente el Resucitado lo que el mundo espera hoy!

Espera testigos que puedan decir a todos, en verdad: lo hemos visto con los sentidos del alma, lo hemos descubierto en la luz con la que nos ha iluminado; lo hemos tocado en la paz que nos ha infundido; hemos sentido su voz en el fondo del corazón; hemos gustado su gloria inconfundible.

Podremos así asegurar a todos que Él es la felicidad más plena y devolver la esperanza al mundo.

Chiara Lubich

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