«Tengo 34 años, son brasileño, casado y con dos hijos y trabajo al servicio de los más pobres ayudándolos a reivindicar sus derechos fundamentales”. Fue así que se presentó Anisio Caixeta Jr., un joven adherente al Movimiento de los Focolares que trabaja como defensor público: una figura prevista por la judicatura brasileña para asegurar una defensa también a quien no tiene los medios para permitirse un abogado.

Se entiende rápidamente que, además de realizar su tarea con profesionalismo, Anisio está motivado por grandes ideales:
“Desde niño me entusiasmó el ideal de la unidad de Chiara Lubich y siempre traté de ayudar al prójimo gratuitamente, veía que esto me realizaba. Y también ahora sigo haciendo lo mismo en mi profesión. El mismo ideal me ayuda a recordar, antes de cada audiencia, que delante de mí no hay un procedimiento burocrático, sino una persona para respetar y amar”.

Y no se trata sólo de sus convicciones morales: “En la historia del Derecho –afirma Anisio- al reconocimiento de algunos derechos fundamentales más inmediatos como la vida o la propiedad, se han agregado seguidamente otros como los de la libertad y la igualdad que emergieron con la Revolución Francesa. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, ha puesto en evidencia otro fundamento: vivir en espíritu de fraternidad. También la Constitución Brasileña ha querido introducir en ella el principio de la fraternidad, y por ende no es una simple ayuda que se le debe dar cada tanto a los necesitados, sino un principio fundamental que la Constitución se compromete a tutelar y promover. Por eso cuando actúo empujado por este ideal de fraternidad, ¡en realidad estoy aplicando una ley fundamental de mi Constitución!”.

Las experiencias que Anisio vive todos los días “simplemente aplicando la ley” son realmente muchas. Una de las que más le gusta contar: “Un día estaba con un colega afuera del tribunal cerca de un semáforo cuando se acercó un muchachito para pedirnos limosna. Se imaginan su cara cuando le contestamos: ‘¡Pero nosotros podemos hacer mucho más que darte unas monedas! Si por ejemplo no tienes familia, podemos ayudarte a injertarte en un programa social apropiado, igualmente si vives en la calle o si no tienes dinero. De hecho todos estos son derechos que tienes que el Estado tiene que comprometerse a garantizarte porque la Constitución exige la creación de instituciones que tutelen todos estos derechos tuyos. Y yo trabajo precisamente en una de ellas!’”.

¿Una figura heroica la del defensor público? Anisio tiene otra opinión: “No creo que con mi trabajo esté cambiando el mundo. Pero al mismo tiempo la idea que ni siquiera un vaso de agua es donado en vano me fascina profundamente y estoy convencido de que también un simple gesto puede contribuir a crear esa humanidad nueva, partidaria de la fraternidad, que seguramente, el derecho puede sostener, pero que ha de ser construida partiendo de nosotros mismos!”.

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