El 2012 marca para el Movimiento de los Focolares en Austria una fecha importante: de hecho han transcurrido cincuenta años desde que el Ideal de la unidad llegó a este pequeño país de gran historia, empezando por Innsbruck. Para la ocasión, la presidente María Voce y el co-presidente Giancarlo Faletti vinieron a visita la comunidad austríaca y a festejar junto con ella este aniversario.

El programa del 15 de mayo preveía una visita al Centro Mariápolis Seminarzentrum Am Spiegelny a la Ciudadela Giosi, ambas en la cercanía del castillo de Schönbrunn, la casa de verano de los Asburgo en el Sur de Viena.

El Centro Mariápolis es el lugar de encuentro para todos los miembros del Movimiento, y por su cercanía a la capital es también una meta cotizada para hacer conferencias y congresos, además de ser buscado como lugar de vacaciones y turismo. «Un camino privilegiado para la nueva evangelización a la que este año la Iglesia nos llama», es como María Voce definió esta moderna estructura sumergida en lo verde.

En la tarde tuvo lugar la visita a la ciudadela dedicada a Giosi Guella, una de las primeras focolarinas: cuenta con un centenar de habitantes estables (familias, comunidades de sacerdotes, focolarinas y jóvenes) entre los cuales Gerda y Hans Schwinger, quienes ya están en los Setentas, pero son siempre jóvenes de espíritu. Los Schwinger se transfirieron a la ciudadela para participar activamente en su construcción, dejando su casa y costumbres para iniciar, como verdaderos pioneros, una nueva aventura, como contaron en el curso de una alegre velada dedicada a la presentación de la vida que se conduce en la ciudadela y su irradiación externa.

«Al preparar la mudanza –dijeron entre otras cosas- nos dimos cuenta de cuántas cosas habíamos acumulado en estos años. Ahora teníamos que elegir que dejarnos y que regalar, porque en el nuevo apartamento no había campo para todo. Ciertamente un fue fácil el desapego real de las cosas (espiritualmente no parecía que siempre lo habíamos tenido presente), y esto requirió cada vez encontrar una solución conjunta. Pero siempre experimentamos el mismo efecto: una nueva libertad. Ahora desde hace tres años somos ciudadanos de la Mariápolis Giosi y desde el primer momento nos hemos sentido en casa. Esta vida en comunión, que comprende actividades y momentos varios, es un continuo crecimiento. A menudo acogemos a las personas que están de paso. También estamos en contacto con algunas parejas que se sienten atraídas por nuestro estilo de vida. Quisiéramos donar nuestro tiempo sobre todo para construir relaciones personales auténticas».

Del enviado Oreste Paliotti

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