Refugiados afganos abandonando su país

Gaffa, afgano, tuvo que pedir asilo en Holanda para él y su familia. La vida en el campo de refugiados no es fácil. Tienen una habitación para toda la familia; por lo tanto los chicos están siempre afuera, aburridos y molestando a los demás. Gaffar trata de inventar todos los días algo para mantenerlos ocupados en forma positiva.

Y para tener entrenada su mente (él trabajaba como periodista), se dedica a traducir un libro. Un día, Frank, un amigo, le trae una máquina de escribir. A Gaffar le parece que está tocando el cielo con las manos. Ahora puede escribir a máquina su traducción. El vecino de pieza, al verla, exclama: “¡Cómo me gustaría tener una yo también!” Y Gaffar, le responde: “Tómala, es tuya”

Más tarde, llega Peter, con una computadora en buen estado, pues en su oficina las cambiaron todas. En la noche llega el director del campo de refugiados, y trae, también él, una computadora para Gaffar: “Viendo que te ocupas tanto de los chicos, pensé que te puede ser útil para preparar los programas para ellos”. Ese mes la Palabra de Vida que se trataba de vivir, era “Den y se les dará

Fuente: Città Nuova online

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