Tengo necesidad de Dios. Tú tienes necesidad de Dios. Todo el mundo tiene necesidad de Dios. Este pensamiento me despertó una pregunta: ¿cómo hacer para encontrar a Dios? ¿Cómo hacer para tener una relación personal con El?

Leyendo el Evangelio y escuchando algunas personas que se habían planteado la misma pregunta, comprendí que es importante rezar y amar al prójimo. Dos cosas que revolucionaron mi vida. Sin la oración y el amor al prójimo no habría nacido el “Proyecto Siempre Persona”. ¿De qué se trata? Hace casi 18 años un amigo me pidió un favor: “Recibí seis direcciones de detenidos. Yo podría escribirle a tres y tu a los otros tres, así tratamos de darles un poco de consuelo”. Adherí  enseguida a este pedido porque me acordé de la frase de Jesús: “Estaba en la cárcel y vinieron a visitarme” (Mt 25, 36).

Escribí las cartas y después de algunos días, uno de ellos, Giorgio, me respondió: “Estoy contento de mantener una amistad contigo, te manda Dios…”. Además, me pedía un favor: “¿Podrías ir a la casa de mi mamá? Está enferma, llévale un beso de mi parte”

Fui. Me dijeron que vivía en el cuarto piso. En el ascensor me preguntaba: “¿Qué le voy a decir? ¿Cómo me recibirá?”. Pero ya estaba lanzado en esta aventura y quería ir adelante costara lo que costara.

“Señora, soy un amigo de su hijo –le dije-, nos escribimos. Me pidió que la viniera a ver y que le diera un beso de su parte”. Ella se conmovió, y llorando: “Mi hijo es bueno, mi hijo es bueno; es un poco vivaz – me dijo-. Cometió muchos errores. Los compañeros lo llevaron a cometer equivocaciones, pero ¡no es malo! Yo tengo un tumor y me queda poco tiempo de vida. Veo que Ud. ama a mi hijo, esté cerca de él. ¡Ayúdelo, se lo ruego!”

Una semana antes de que se muriera, fui a verla al hospital: había mucha gente al lado de su cama. “¡Esté cerca de Giorgio, Giorgio, Giorgio!”, me dijo. Estas fueron las últimas palabras suyas que recuerdo.

Yendo a visitar a Giorgio, algunos amigos suyos me pidieron para hablar. Así conocí a muchos otros en todos los repartos de la cárcel. Muchos me hablaban de sus familias esparcidas en los suburbios de Roma y en los pueblos cercanos. Me sentí impulsado a irlos a ver. Llevaba alimentos a los más pobres, pañales y comida para bebés donde había niños. De este modo los presos estaban más serenos, sabiendo que alguien ayudaba a sus familias, y a su vez, los parientes estaban más aliviados porque alguien iba a ver a sus hijos o maridos.

A continuación, con gran alegría recibí el pedido de algunos ex detenidos que me dijeron que querían colaborar conmigo. Ahora somos unos treinta (voluntarios y ex detenidos), que nos comprometemos a llevar artículos de primera necesidad a casi 170 familias que viven en  barrios de riesgo de Roma y pueblos cercanos.

No recibimos subvención de nadie, todo lo que repartimos nos llega de algunas parroquias de Roma y alrededores, como fruto de los testimonios de vida que compartimos. Los fondos que recogemos los transformamos en alimentos y en artículos de primera necesidad. Constatamos continuamente que Dios es generoso y nos manda siempre lo que precisamos.

¡Gracias por haberme escuchado! Estoy seguro que si rezamos y servimos al prójimo, haremos felices a muchos, seremos felices nosotros y cambiaremos el mundo que nos rodea (Alfonso Di Nicola)

2 Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *