«Parto de Lima con un mapa en la mano. Un amigo me había marcado las etapas principales del recorrido: Trujillo, Cajamarca, Celendin y finalmente Bolívar. En total, 31 horas de viaje. Las últimas 12 horas por calles de tierra. El autobús, lleno de personas amontonadas entre bolsas de arroz y otras cosas, llega a destino a las 10 y media de la noche. Mientras bajamos, un grupo de personas entona canciones; parece un comité de bienvenida y con gran estupor me doy cuenta de que ¡están cantando para mí! Las últimas horas de viaje las hice en la oscuridad sin darme cuenta del lugar en que me encontraba. A la mañana siguiente, cuando me despierto, me encuentro delante de un panorama maravilloso. Me digo a mí mismo: ¡llegué al paraíso!».

Quien nos cuenta esto es Walter Cerchiaro, italiano, que se encuentra en Perú desde hace 6 años. Después de su primer viaje, fue varias veces a Bolívar para encontrar a la comunidad de los Focolares. Ahora repararon algunas calles y ¡el viaje dura sólo 25 horas!

En esta pequeña ciudad que se encuentra a 3.200 metros de altura, se está encaminando un nuevo proyecto de la AMU (Acción Mundo Unido). Los habitantes de Bolívar son casi 2.500 y hay otros esparcidos en 30 comunidades de su territorio vastísimo. El párroco de Bolívar, el Padre Emeterio, cura “de frontera” y autor del proyecto, va a visitarlos una o dos veces por año. A veces emplea dos días de cabalgata en mula. Aquí la mula es lo equivalente a un auto (En Bolívar los automóviles se cuentan con los dedos de una mano)

«Algunas personas viven de la agricultura – cuenta Walter-. Cultivan papas, heno para los animales y  hay también alguna vaca lechera. Algunos encuentran trabajo en los entes públicos (en la escuela o en el municipio) pero la mayor parte de los adultos busca trabajo en la costa: los hombres como campesinos, las mujeres como domésticas en alguna casa de familia. La consecuencia de esta situación es evidente: en Bolívar están sólo los niños y los ancianos»

«El Padre Emeterio los conoce a todos y se dio cuenta de que muchos niños no asistían a la escuela pública. La razón es evidente: los padres viven en chacras (pequeños lotes de campo) y se necesitan manos para trabajar, también las de los niños. Hace dos años el párroco comenzó una escuela en los locales de la parroquia.  Desarrolló un trabajo capilar. Visitó familia por familia, asegurándoles que también daría  una comida a los niños. Posteriormente alquiló una casa porque el espacio de la parroquia no era suficiente. En poco tiempo ¡los niños llegaron a ser 80! Para poder llegar, algunos caminan todos los días durante horas y horas.

En Perú, el gobierno asegura el pago de los sueldos a los maestros, así como los de las escuelas privadas, si se dan garantías adecuadas. La escuela ya recibe este subsidio. Existe sin embargo la necesidad de garantizar la continuidad de la actividad escolar, y el hecho de tener locales alquilados no facilita las cosas. Por ejemplo, ya después de los primeros tres meses de actividad tuvieron que mudarse, porque el propietario necesitaba la casa. El proyecto tiene como objetivo garantizar la continuidad de las actividades escolares. Por esta razón se construirá una escuela nueva, que contará con once aulas más la secretaría. Podrán asistir casi 250 niños y muchachos. Será escuela primaria y secundaria. El terreno para construir la escuela ya está; es el de la parroquia. Es un terreno amplio que se adapta muy bien».

«No hay rivalidad con la escuela pública porque somos muy conscientes de que no logramos llegar a todos. No hay un personal disponible que pueda visitar familia por familia y hacer el trabajo de sensibilización hacia el estudio que hizo el Padre Emeterio».

«Además – concluye Walter- se vislumbra ya otro objetivo. Hay una franja de territorio más amplia y lejana, desde la cual los niños no pueden llegar a la escuela ni siquiera con largas horas de caminata. Para ellos se necesitaría un ambiente protegido, una casa-familia que los aloje, con personal calificado. ¿Es un sueño? Tal vez, o, más bien, es una segunda fase del proyecto. ¡Veremos! »

Fuente: AMU Noticias  n. 4/2013

Info: www.amu-it.eu

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