Era el año 50 cuando Pablo llegó a Corintio, la gran ciudad de Grecia famosa por su importante puerto comercial y vivaz por sus múltiples corrientes de pensamiento. Durante 18 meses el apóstol anunció el Evangelio y puso las bases de una floreciente comunidad cristiana. Otros después de él continuaron la obra de evangelización. Pero los nuevos cristianos corrían el riesgo apegarse a las personas que llevaban el mensaje de Cristo, más que al mismo Cristo. Nacían así las facciones “Yo soy de Pablo”, decían algunos; y otros, siempre refiriéndose al apóstol preferido decían “Yo soy de Apolo”, o “Yo soy de Pedro”.

Frente a la división que perturba a la comunidad, Pablo declara enfáticamente que los constructores de la Iglesia, comparada a un edificio o  a un templo, pueden ser numerosos, pero sólo uno es el fundamento, la piedra viva: Jesucristo.

Especialmente este mes, durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos, las iglesias y comunidades eclesiales recuerdan juntos que Cristo es su único fundamento, que sólo mediante la adhesión a Él y viviendo su único Evangelio pueden encontrar la plena y visible unidad entre ellos.

«Jesucristo, único fundamento de la Iglesia»

Basar nuestras vidas en Cristo significa ser uno con Él, pensar como Él piensa, querer lo que Él quiere y vivir como Él vivió.

Pero, ¿cómo fundamentarnos y radicarnos en Él? ¿Cómo llegar a ser uno con Él?

Poniendo en práctica el Evangelio.

Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios que se ha encarnado. Y si Él es la Palabra que asumió naturaleza humana, seremos verdaderos cristianos si somos hombres y mujeres que dedican toda su vida a la Palabra de Dios.

Si nosotros vivimos sus palabras, aún más, si sus palabras viven en nosotros, eso nos hace ser “Palabras vivas”, somos uno con Él, nos abrazamos a Él; no vive más el yo o el nosotros, sino la Palabra en todos. Podremos pensar que, viviendo así, daremos un aporte para que la unidad entre todos los cristianos sea una realidad.

Como el cuerpo respira para vivir, así el alma para vivir vive la Palabra de Dios.

Uno de los primeros frutos es el nacimiento de Jesús en nosotros y en medio nuestro. Esto provoca un cambio de mentalidad injertada en el corazón de todos, sean estos europeos o asiáticos o australianos o americanos o africanos, los mismos sentimientos de Cristo frente a las circunstancias, a las personas y a la sociedad.

[…]

La Palabra vivida nos hace libres de condicionamientos humanos, nos infunde alegría, paz, simplicidad, plenitud de vida y luz; nos hace adherirnos a Cristo y nos transforma poco a poco en otros Él.

«Jesucristo, único fundamento de la Iglesia»

Pero hay una Palabra que resume todas las otras, el amar, amar a Dios y al prójimo. Jesús sintetiza en esta “toda la Ley y los Profetas” (cf Mt 22,40).

El hecho es que cada Palabra, aunque expresada en términos humanos y diferentes es Palabra de Dios; pero como Dios es Amor, cada Palabra es caridad.

¿Cómo vivir entonces este mes? ¿Cómo unirnos a Cristo “único fundamento de la Iglesia”? Al amar como Él nos ha enseñado.

“Ama y haz lo que quieras”[1], dijo San Agustín, casi sintetizando la norma de vida evangélica, porque al amar no te equivocarás, sino que realizaras plenamente la voluntad de Dios.

Chiara Lubich

[1] In Jo. Ep. tr., 7,8.

Del 18 al 25 de enero en muchas partes del mundo se celebra la Semana de oración por la unidad de los cristianos, mientras en otras se celebra en Pentecostés.

Este año la frase elegida para la Semana de oración es: “¿Está dividido Cristo?” (1 Cor 1,13).

Chiara Lubich siempre solía comentar el versículo bíblico. Para mantener su aporte, proponemos un texto suyo de enero del 2005 en el que comenta el versículo “Jesucristo, único fundamento de la Iglesia” (cf 1 Cor 3,11), que podría ser un aporte para profundizar la Palabra propuesta este año.

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