«Durante una de nuestras largas noches invernales, después de una abundante nevada, el patio de la escuela se cubrió completamente de nieve. Me doy cuenta de que al día siguiente, los automóviles de los profesores  no iban a poder entrar, ni tampoco los proveedores del comedor. Llamo por teléfono a varias empresas privadas, pero todos contestan que pueden venir a quitar la nieve sólo después de algunos días y por una suma considerable. Después de un último intento, acepto la oferta de un vecino que pone a disposición su camión con un remolque.

strong>Pero cuando empieza el trabajo, nos damos cuenta de que al borde del remolque se acumula tanta nieve que hay que palear a mano.

A esa hora de la noche ya no hay nadie en la escuela que pueda ayudarnos; queda sólo una anciana conserje que me informa que detrás del edificio está reunido un grupo de jóvenes que se reúne a fumar. Ellos son considerados los rebeldes de la escuela. Tienen un alto número de ausencias y han participado de robos y peleas por lo que están en riesgo de expulsión.

Cuando le pido que vaya a invitarlos a ayudarnos, ella, asustada, se niega. Teme que esos delincuentes le hagan daño.  Entonces me decido. Si bien no espero que me ayuden, voy personalmente dispuesto a ser yo el que tenga que palear la nieve del remolque.

Cuando me ven, los chicos primero se sienten confundidos, pero me saludan cordialmente. Les digo que ellos son la única esperanza para que la escuela, que ellos tanto aman, pueda funcionar normalmente. ¡No dicen ni una palabra y durante toda una hora palean la nieve! Cuando les agradezco por la ayuda responden que no son tan malos como algunos profesores piensan…

Es una prueba ulterior de que en cada uno hay algo positivo que hay que subrayar y que espera sólo encontrar el momento apropiado para manifestarse. Empieza una relación más abierta y de confianza».

Es la historia de Paulius Martinaitis, un voluntario de los Focolares de Lituania que habla sobre la forma como afronta su actividad profesional como director  de un liceo de Vilnius.

«De hecho, entendí – concluye Paulius –  que ofrecer a los jóvenes un espacio de confianza les permite salir de la jaula de los comportamientos transgresivos en los que a veces se encierran y liberarse de las etiquetas que nosotros mismos les ponemos».

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