imagesSoy drogadicto
Un chico se acercó a nosotros: «Soy drogadicto, pero quiero recuperarme. Necesito que alguien me ayude a no drogarme, quiero internarme. No sé cómo llegué hasta aquí. Estaba en el tren y me quedé dormido…». Dado que en nuestra ciudad no hay un instituto de recuperación para drogadictos, lo invitamos a venir con nosotros. Mientras comía la merienda que le ofrecimos, nos contó que su adicción era grave, tanto que hacía cualquier cosa para procurarse la droga. Gracias a Dios, un médico amigo encontró la forma para que lo internaran en el hospital. Al día siguiente fuimos a visitarlo, le llevamos unos dulces. Nos suplicó que no lo dejáramos solo. Cuando salió del hospital se quedó algunos días con nosotros. Mientras tanto se abrió la posibilidad de internarse en un centro especializado. Lo vimos irse feliz y seguro de poder seguir contando con nosotros.
E. – Argentina

El Evangelio en directo
Un ex detenido deseaba reunirse conmigo, pero contemporáneamente tenía que llevar varios paquetes de víveres a algunas familias necesitadas, que sabía que necesitaban con urgencia la ayuda. Mientras estaba pensando qué hacer, me llaman por teléfono: «¿Necesitas ayuda? Tengo el automóvil y estoy disponible para llevar algunos paquetes a las familias». Al sentir cómo Dios está cerca y ve todo, escucha todo, quedé impresionado. Es verdad que Él manda a sus ángeles para ayudarnos a hacer el bien. De esta forma fui donde mi amigo que había conocido en la cárcel, mientras que el “ángel” fue a llevar los paquetes a siete familias. Así funciona el Evangelio en directo.
A.D.N. – Italia

Los interinos
20140818-bEn el taller donde trabajo hay muchos “interinos”. Era el día de pago semanal, pero haciendo las cuentas el dinero no era suficiente. La suma que tenía disponible estaba destinada a los obreros fijos, mientras que los interinos tenían que esperar. A la salida se me acercaron dos esposas de estos trabajadores. Después de explicarles la situación me dijeron que se iban a quedar allí hasta que les pagara, porque en su casa los niños tenían hambre. Regresando a mi oficina tomé del sobre de mi sueldo una cierta cantidad de dinero, después les propuse a los obreros que ya habían recibido el sueldo si cada uno podía ofrecer 10 bolivianos, para poder juntar el dinero que faltaba. Después de un momento de duda, aceptaron.  Sólo uno de ellos no se movió, pero precisamente cuando  estaba entregando el dinero a las esposas, se acercó también él para darme sus 10 bolivianos.
F.M. – Bolivia

Hacer algo más
Con mi esposa y nuestros dos hijos, sentíamos fuerte la exigencia de hacer algo más en nuestro pequeño pueblo, aplastado por tantas dificultades: parejas desmembradas, adolescentes madres, inmigrantes, pobreza y miseria moral. De esta forma nuestro gracioso apartamentito se convirtió en un centro de acogida. En el pueblo estaban felices por la iniciativa; también nuestros parientes y muchos otros se involucraron en el voluntariado. Nacieron muchas posibilidades para ayudar a personas en dificultad. Recibimos a Sonia, una adolescente madre eslava, a quien apoyamos antes y después del nacimiento del pequeño Pedro; organizamos cenas para mujeres de Ucrania que trabajan en la zona, una mini-escuela para padres, colaboramos con los jóvenes para que pudieran realizar algunos proyectos en África.  El apartamento donde vivimos es pequeño pero acoge una pequeña semilla de “mundo unido”.
TP. – Italia

Fuente: El Evangelio de cada día (Suplemento del n. 11/2014 de la revista Città Nuova)

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