20140908-01«Al final nos había sucedido también a nosotros. En esta Italia en crisis, en la que la prensa registra un aumento de robos en la calle, en los automóviles o en las casas, también nuestro caso se sumaba al de miles de personas que  encuentran sus casas y automóviles saqueados.

Regresando de una bella jornada en un parque acuático con nuestras niñas, nos dimos cuenta de que en el estacionamiento alguien se había metido en nuestro automóvil. Una rápida inspección y ya teníamos la lista de los daños: cerradura forzada, robo de las llaves de la casa y de todos los documentos. Además, los ladrones –que evidentemente eran profesionales- para hacer que nos diéramos cuenta del robo lo más tarde posible, habían roto la puerta de la izquierda y habían dejado en la gaveta el GPS del tablero de instrumentos, después de moverlo para llevarse los documentos que estaban abajo.

Enseguida tomamos todas las medidas del caso. En primer lugar hicimos la denuncia a la policía. Luego, avisamos a los vecinos para que estuvieran pendientes si notaban movimientos extraños alrededor de nuestra casa. Al día siguiente cambiamos todas las cerraduras, una operación que nos resultó bastante costosa, pero que pudimos afrontar gracias a una ayuda inesperada que habíamos recibido justo el día antes, a través de un retroactivo de la escuela donde trabajaba mi esposa Sonia. La cifra para cambiar las cerraduras fue prácticamente la misma que nos habían acreditado a la cuenta.

Naturalmente las niñas vivieron con nosotros todo este trastorno familiar y por eso quisimos hablarlo juntos. Recordando la frase del Padre Nuestro: “Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, el diálogo se centró naturalmente en el tema del perdón. Nos dijimos que esta era la posibilidad de perdonar no sólo con las palabras, sino con el corazón y sin conservar rencor.  También la Palabra de Vida del mes nos ayudó. Todos recitamos juntos una oración por “nuestros” ladrones, dejando a nuestras hijas la libertad de adherir o no. Las niñas enseguida aceptaron. Pedimos que estas personas se convirtieran. Fue un momento de unidad familiar muy fuerte e intenso, que prosiguió con una linda conversación sobre la justicia y el sentido del perdón. Para nosotros como padres fue la posibilidad de ser testigos creíbles.

Algunos días después, a mediodía, mientras  con las niñas rezábamos por la paz, una de ellas preguntó “¡Todavía podemos seguir rezando por los ladrones?»».

Fuente Città Nuova online

2 Comments

  • Grazie di questa bella testimonianza… tante volte prego per la pace nel mondo ma dimentico di fare i piccoli e meno piccoli gesti e azioni di pace nel quotidiano!

  • Bella testimonianza alle nuove ( e meno nuove) generazioni!!!
    Educare i piccoli non consiste in dire cosa fare, ma fare davanti ai loro occhi, assettati di porole Vere. Mai dimenticheranno: cos’è perdonare.

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