20140915-01«Si la persona de Cristo y su enseñanza se injertó en la historia dividiéndola en dos y empujando a la humanidad al arrepentimiento, es decir al cambio, para renovarse y encarnar el hombre nuevo, en una ciudad nueva, dicha laceración, más o menos conscientemente, se verificó en el corazón de Maria, colocándola en el medio de las dos edades y de las dos mentalidades, a través de un esfuerzo, a veces amargo, para comprender a Jesús, para seguir a Jesús, para ser una con Jesús.

La lección y el dolor no terminaron allí. Durante la predicación del Hijo llegó al punto en que, ya no pudo acercársele: no fue admitida en su presencia.
María, en síntesis, se convirtió, como dijo la profecía de Simeón, en la madre desolada.

Esa «desolada» pone el acento en la soledad, que ella padece sobre todo, cuando Jesús sale a vida pública y la deja en Nazaret, siendo ya viuda, entre una parentela adversa, y también cuando más adelante Jesús la deja como madre y pone a Juan como su hijo sustituto.
Sola entre todos, la bendita entre las mujeres, la madre del género humano: la nueva Eva.

Con este sufrimiento suyo Maria dolorosa colabora con la generación de la Iglesia;  del pueblo de Dios, el que luego le será dado por el mismo Cristo en la persona de Juan; es decir como su descendiente: el hijo que está en el lugar de Jesús, o mejor dicho, otro Jesús.

De ese modo, si  la profecía de Simeón fue el comienzo del «martirio» de la Virgen, éste culminó para ella en el Calvario. Cuando una lanza de hierro traspasó el pecho de Jesús, esa lanza traspasó el alma de María.
Bajo la cruz, María resultó ser netamente la mujer del pueblo que participa de la vida  de Dios.

Se puede decir, en cierto sentido, que Jesús tuvo necesidad de ella, no sólo para nacer, sino también para morir. Hubo un momento en el que en la cruz, abandonado por los hombres en la tierra, se sintió abandonado también por el Padre en el cielo: entonces se dirigió a la madre, a los pies de la cruz: a la madre que no había desertado y que vencía la naturaleza para no caer en esa prueba bajo la cual cualquier mujer se habría derrumbado. Luego, muerto el Hijo, la madre sigue sufriendo.

El muerto, es depositado en su regazo: más impotente de cuando era niño. ¡Un Dios muerto en el regazo de una madre viuda! Y es precisamente entonces que ella se convierte en reina. Pues Jesús recapitula la humanidad, no es una parte, sino la humanidad entera de todos los tiempos, la que custodia María en su regazo, la que se hace presente en esa desolación; es la madre y la reina de la familia humana que transita por las calles del dolor. Su grandeza es similar a su angustia: el dolor de una madre, que custodia la humanidad que se desangra, bajo la culpa, en el exilio de todos los tiempos.

Cuando la madre del Amor Hermoso se convierte también en madre del dolor, y los siete dones del Esposo se convierten en siete espadas, se abre en su corazón un trauma, que junto a la llaga del Hijo, conduce a toda la humanidad al Padre, volviéndola a llevar a la fuente. Ha sido la generación – la regeneración- con la sangre y las lágrimas. Es en ese momento que ella se convierte en la colaboradora del Redentor, precisamente es esa función la que la hace más verdaderamente madre del Amor Hermoso. La une a nosotros, la ensimisma con nuestra suerte. Así la humanidad renace. Y así nace la Iglesia».

De: Igino Giordani, Maria modello perfetto, Città Nuova, 2001, pp. 118-127

5 Comments

  • En la alegría del adviento, Igino Giordani y ésta meditación es la gracia que reconozco en mi vida, nuestra vida como familia y como comunidad, tener una Madre como Ella. Sigo discerniendo en cada momento, junto a cada uno, la traducción en mi vida de «María en su desolación», para ser don para los demás. Cuento con ustedes y cuentan conmigo.

  • il mio grazie con una poesia scritta tanti anni fa: «stellina che brilli nel cielo turchino,guida,ti prego,i miei passi,il cammino.Da’ luce alla notte una tenue fiammella,la cera si scioglie…scompare la stella.Ma il cuore e la mente ti vedon,stellina,eterna tu sei,luminosa,piccina. Poi guardo lassù la volta «creata».Rivedo la stella:E’LUCE DORATA.Eterna tu LUCE,e chi ti ha creato,tu sei sempre lì,nel cielo stellato.La bimba apre gli occhi,le è chiara la VIA:invoca la «mamma»,incontra Maria.»

  • Nei momenti speciali, personali, totalmente personali, Dio non abbandona mai!!!
    Che bello rileggere quando capita il momento umanamente ingiusto, ma GIUSTO perchè Lui è Padre, di avvicinarsi e stare con Maria. Ritrovare la gioia di vivere con Lei soltanto.
    Un grazie a Igino per questo grande DONO che è il suo libro, ma che ora mi «parla» dalla pagina del PC che ho appena aperto dell’Opera di Maria.

  • Che grande sei, Foco!!! E quali abissali esperienze di desolazione devi aver vissuto per svelarci con questa profondità il mistero di Maria. Dietro queste parole mi sembra di ‘leggere’ in trasparenza tutta la tua vita: Grazie!! E grazie per mostrarmi con tanta speranza «l’umanità svenata, sotto la colpa, nell’esilio di tutti i tempi» custodiata sulle ginocchia di María.
    Aiutaci dal Cielo a ripercorrere la Sua Via.
    (Marigioi)

  • This is tremendous from Foco, truly breath-taking. Thank you , Foco, for your great love which made possible your insights into our Mother, Mary Desolate.

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