20150618-aRaimundo se desempeña como peluquero. Edilena es cosmetóloga y empleada pública. El interés por el ambiente no está precisamente dentro de sus competencias específicas, sin embargo, ante la invasión ambiental y cultural que estaban sufriendo, junto con otras familias, con las que comparten los ideales cristianos, empezaron a plantearse algunos interrogantes. ¿Qué legado queremos dejar a nuestros hijos? ¿Cómo hacer presente nuestra visión a una sociedad que parece no percibir los peligros de esta degradación ambiental? ¿Cómo ir contracorriente

Raimundo y Edilena se casaron hace 29 años, tienen tres hijos y tres nietos. Viven en Abaetetuba (Parà – Brasil), una «isla» que comprende Igarapé-Miri, Moju y Barcarena, tres ciudades famosas desde los años ’80 por los asentamientos industriales y mineros. Muchas familias dejaron sus tierras para ir a trabajar con las multinacionales, y se ubicaron en las periferias sin seguir ningún criterio, con la ilusión de un bienestar que nunca se alcanzó y se terminaron formando nuevos asentamientos de pobreza.

El impacto de estas industrias en el ambiente fue, cuando menos, devastador. Empezó con la tala indiscriminada de açaizeiros (palmera nativa de la región), para la extracción del palmito de exportación, privando a las familias de un alimento esencial para ellos. Los desechos industriales arrojados a los ríos han causado una visible reducción de peces y camarones, mientras que la contaminación atmosférica redujo significativamente la producción de fruta..

Todo esto a nivel local. Pero los efectos de la deforestación repercuten también a nivel mundial. De hecho, la Amazonía es una región en la que todo es mega: mega su extensión (ocupa más del 50% del territorio brasilero), mega su biodiversidad, mega es la selva y su volumen de agua dulce. Pero con la deforestación en curso, se corre el riesgo de que todos estos recursos preciosos pierdan su eficacia.

No es fácil saber qué hacer. Pero Raimundo y Elene cuentan con un elemento que puede hacer la diferencia: la unidad con las otras familias, y la fuerza que se adquiere cuando nos dejamos guiar por Dios también en nuestras elecciones.

Juntos tomaron una decisión: transformar, con recursos propios, un pastizal de 34 hectáreas en una plantación de árboles frutales. Para elegir los árboles, buscaron las variedades típicas de la región que están en mayor peligro de extinción. Algunas de ellas ya no son conocidas por los jóvenes. Trabajaron duro, pero con gran entusiasmo, y de esta forma crearon, en Abaetetuba, un área para preservar la biodiversidad local.

Ahora la plantación produce frutos comestibles de 166 especies nativas y de dos especies africanas, componiendo una colección única en su género: una riqueza forestal que se propone como alternativa a la futura sostenibilidad de la región.

El área, denominada Radini, en homenaje a sus hijos Raisa, Radi y Raoni, recibe a menudo las visitas de investigadores y ambientalistas de fama mundial, de actores, cantantes y también de obispos y de gente común, sobre todo jóvenes. En el lugar, de hecho, hay espacios para lecciones teórico/prácticas con distribución de material divulgativo sobre la biodiversidad y la conservación del ambiente.

También gracias a algunos premios y reconocimientos obtenidos – entre los cuales el significativo premio del 2012 que otorga el Museo Goeldi de Parà – la existencia de este el lugar empezó a ser divulgada en los periódicos y en las revistas de la región. Edilena y Raimundo siempre quedan muy sorprendidos al ver el interés de tantas personas, algunas de las cuales se sienten impulsadas a seguir su ejemplo de convertirse en ‘ambientalistas de corazón’, tal como ellos mismos se autodefinen.

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