coppia_tramonto (350 x 233)Escasa comunicación, incapacidad de acoger al otro, de ver lo positivo de su diversidad, de establecer la justa distancia con las familias de origen. Todas estas cosas son a menudo, las causas de las crisis conyugales, en una sociedad individualista que no cree en el matrimonio y en el compromiso de una relación para siempre.

Este año, la experiencia del curso de Loppiano, organizado por Familias Nuevas, con la finalidad de consolidar la unidad de pareja (del 20 al 27 de Junio), llegó a su séptima edición. Esto demuestra que la voluntad de reconsiderar las diferencias, unida a una profunda comunión con los animadores y las demás familias, y a la ayuda de expertos, pueden hacer que se vuelva a poner en marcha una relación que se había atascado. Y si esto se da, entonces se pueden superar hasta las más grandes dificultades, como lo demuestra una pareja que se volvió a unir después de nueve años de separación, que ofreció un conmovedor testimonio sobre el perdón incondicional.

Sin embargo, el camino para “reencontrarse” es difícil. «Al llegar, los rostros tensos y la expresión triste de las parejas, más que cualquier palabra, describían un profundo sufrimiento», cuentan Marina y Gianni Vegliach, animadores de Familias Nuevas. «Algunos hablaban de la búsqueda de sentido, otros de un cónyuge desconocido, otros de la duda si seguir caminando juntos en el futuro, otros de la imposibilidad de diálogo… Alguien dijo: ‘jamás lograré perdonarme’».

«El título del curso era: Trayectoria de luz en la pareja. A medida que penetrábamos en el programa del curso – siguen los Vegliach – la espiritualidad de la unidad de los Focolares, junto al acompañamiento psicológico, a las experiencias, a los ejercicios prácticos, a los coloquios y a los momentos de relax, favoreció la transformación de los corazones y de las almas. Y esto se reflejaba en el cambio de los rostros y de las miradas, que se volvían más serenos».

«Llegamos vacíos, obsesionados por la palabra fin; volvemos con la palabra inicio», decía una pareja. Entre las familias animadoras, había dos parejas que habían hecho el curso en años anteriores y que ahora deseaban ponerse a servicio de los demás, de manera que con compromiso, seriedad y competencia, supieron entrar en el túnel con quienes estaban en la oscuridad y así animar y sostener a las parejas con su propio testimonio.

Durante el curso se afrontan los temas del conocimiento de sí mismos, de la diversidad, del conflicto, de la acogida. Se trata de identificar esa herida particular que requiere ser sanada, también con un adecuado apoyo psicológico, si fuera necesario.

El hecho de compartir con otras parejas, ayuda a observar la situación personal desde varios puntos de vista. Además, permite encontrar la fuerza y el valor necesarios para reconstruir una relación de calidad, saliendo de esa soledad que hace que la crisis parezca irreversible.

La cita cotidiana en el Santuario de la “Theotokos” y la atmósfera especial que se respira en Loppiano, la ciudadela internacional de los Focolares, en Incisa Valdarno (FI) – en la que se aprende espontáneamente a ponerse en el lugar del otro viviendo la fraternidad – contribuyeron positivamente al éxito del curso, que abrió nuevas posibilidades para “mirar juntos al mañana, compartiendo altos y bajos”, “redescubrir el diálogo, la esperanza y para volver a ocuparse el uno del otro.”

Alguien dijo: «Ahora tenemos las herramientas para salir del erizo cerrado en el que nos convertimos. Esperamos seguir usándolas en el momento preciso».

En invierno, para consolidar los logros, se llevará a cabo un fin de semana de verificación y evaluación. Además, del 24 al 27 de septiembre de 2015, está agendado un encuentro internacional en Castelgandolfo, abierto a unas 60 personas entre animadores y expertos, para estudiar la posibilidad de multiplicar las “trayectorias de luz” también a nivel local.

 

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