Foco 3«Vivir en el campo, esperar que surja la vida de las plantas, participar, en medio de grandes silencios, de las señales de los ciclos solares y lunares, de la obra de la creación de la vida natural, es casi una tarea sacerdotal, que requiere recogimiento y sacrificio. Requiere el coraje de saber estar tú a tú con la propia alma, dentro de la contemplación del universo y, en contacto con la naturaleza, que es un maravilloso vivero, y saber sentir, sin desplomarse, la presencia de Dios». (FIDES, julio 1938)

«Se requiere una belleza y una pureza superior al ideal humano para que el hombre pueda contemplar a María. Es ella quien lo eleva: y en esa contemplación surgen las aspiraciones más bellas del alma, que las más excelsas obras de arte tratan de conservar. La maternidad, la ternura femenina, la resignación y la piedad encontraron en María un modelo, y un alimento. Y la humanidad nutre su pasión más bella, en los momentos que más se eleva, por encima de la brutalidad, por un ímpetu de divinización». (FIDES, marzo 1938)

«La revolución cristiana no hace un complot, no perturba las instituciones, no mata a los tiranos: pero introduce en la organización en ruinas del mundo antiguo, en la familia desgastada, en las instituciones jurídicas decrépitas, en las relaciones sociales intoxicadas por la concupiscencia, un fermento nuevo: el fermento del amor, que lo regenera todo. Por esto, de repente delante del patrón se transforma la naturaleza del esclavo, delante del hombre, la mujer asume un nuevo valor, delante del griego y del romano se acortan las abismales distancias con el bárbaro y el obrero». (FIDES, febrero 1943)

«El cristiano consciente –el santo- es uno que utiliza el tiempo poniendo atención a cada instante, sumando la mayor cantidad de obras en el menor espacio, en honor del Jefe de la familia, por el buen nombre de todos, por la salud de los hermanos. Esta actividad, este aporte, en el lenguaje común se llama apostolado. Un cristiano que no vive así, en la forma y en el tiempo que tiene disponible, es un cristiano que ignora su lugar en la Iglesia. La Iglesia viva, actúa. Es acción. Nosotros decimos que es acción católica. Y ésta se realiza en mil formas y hay lugar para todos. La puede realizar un poeta y la persona más torpe; un anacoreta y un cenobita, un jefe de familia y un director de un departamento, el ciudadano en la metrópoli y el zapatero en su taller». (FIDES, octubre 1938)

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Fuente: Centro Igino Giordani

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