DSC_0761Es de mañana muy temprano, después de una noche de lluvia, nos encontramos en la poco definida frontera entre Tailandia y Myanmar. Estamos desayunando con huevos duros y un poco de café. Comienza nuestra aventura: cuatro días en Mae Sot, junto con un sacerdote que trabaja con los prófugos, los últimos de los últimos, los que no entran en los campos oficiales de las Naciones Unidas, ésos de los que nadie se ocupa y que a menudo no reciben un salario de patrones por su trabajo semanal: no tienen documentos y no pueden protestar ante ninguna autoridad, porque nadie los defendería. Muchos de ellos estuvieron durante años en la selva y finalmente lograron salir de ella. Están entre las fosas y los muros de las fábricas, en carpas de campaña y están vivos por milagro. No se habla de ellos, pero aquí se conoce esta realidad: ¡ellos valen oro!. Son una fuerza laboral a bajísimo costo, personas dispuestas a trabajar por poco sueldo: lo suficiente para sobrevivir. Y es por esta razón que Mae Sot se convertirá en una zona económica especial, con la presencia de muchas industrias.

Nosotros queremos estar aquí por lo menos para algunos de ellos. Comenzamos tiempo atrás un proyecto para ayudar a los niños de una escuela que hasta hace poco no existía más que en los sueños de los niños de Latina y de sus compañeros refugiados en Mae Sot.

20151013-02Ahora esta escuela existe y se llama ‘Gota a gota’. Una alianza increíble entre Latina y el barro de Mae Sot: injusticias, enfermedades, abusos, violaciones y otras cosas; el que está bien agradece a Dios por estar vivo cada mañana…. y ¡cada noche!. Como uno de los niños de la escuela. Le pregunto a su mamá: “¿Cómo se llama tu hijo?”, y ella dice: “Chit Yin Htoo, que significa “Si me amas respóndeme”. “Y, ¿cuándo nació?” pregunto, y ella dice “Tal vez hace 3 o 4 años, tal vez 5 o 6. Era la estación de la cosecha, en pleno momento de ataque militar, debíamos escapar: sólo escapar”. En este momento me detengo y no logro escribir más, rezo para no llorar delante de esta mamá. ¿Cómo es posible?

Este proyecto es una “locura de amor” que solamente a los niños se les podía ocurrir. Y el amor es así: hace florecer el desierto, te hace hacer cosas imposibles y ¡te hace feliz! Nosotros, los mayores, seguimos a estos niños con respeto y sagrado temor, diría “Sus ángeles ven al Padre en los cielos”. Estando con “Si me amas respóndeme”, difícilmente logro que sonría. Es arisco, reservado y sólo después de mucho tiempo logro tenerlo en brazos: 6 años, o tal vez 5… nadie lo sabe con precisión; es tan frágil y liviano que parece una hoja de árbol. Estos ojos… ¿qué habrán visto? Con un hilo de voz logra grabar un mensaje. Parece un cristal. Repartimos comida, leche y sobre todo muñecos y juguetes a todos los que están presentes: linternas, y también ropa que ponen a todos contentos. “No tenemos para todos, pero pedimos un milagro”, le digo a los que están presentes “que logremos amarnos y preocuparnos por los demás, como por nosotros mismos”. Los ojos se iluminan cuando ven la pelota y las camisetas de fútbol que una Escuela de fútbol de Priverno (LT) les mandó. Cuánto amor que llega; y estos niños están felices porque sienten el ‘calor’ que hay detrás. Esto cambia sus ojos tristes.

20151013-01La escuela no tiene paredes verdaderas: los pizarrones están un poco rotos, los maestros son voluntarios a los que logramos pagar un sueldo de solo 50€ por mes; después la maya, los baños…. Me parece que estoy en un santuario de amor en una catedral, ¿tal vez como la sueña el Papa Francisco? Hace años hice una promesa: que ésta sería mi gente y que no la iba a abandonar nunca. Frente a esta escuela, a esta ‘Gota de amor’ en el océano del mal que nos rodea renuevo aquella promesa».

 

 

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