«Imaginen 2.000 niños que cantan a ritmo de rap “¡Paz! ¡Paz!” y que gritan al unísono: la guerra es la muerte, la paz es amor.

 

Y además imaginen que esto suceda en un país flagelado por decenas de conflictos armados en donde la mayoría de las víctimas son precisamente ellos, los niños. Ahora no imaginen más –cuenta Martine- porque todo esto realmente sucedió el 7 de noviembre en Kinshasa, en la R.D.C.»

El arte de amar por la paz es de hecho, el título de la jornada que los niños del Movimiento de los Focolares de Kinshasa, con las escuelas del proyecto social Petite Flamme, quisieron organizar para decir a todos: no a la guerra y sí a la paz y al amor. Involucraron en esta empresa a sus amigos y a otras veinte escuelas de la ciudad. El sábado en la mañana, bajo un cielo gris que amenazaba con llover y que después se abrió mostrando un cálido sol, una bandada de niños invadió el gran prado de la escuela principal de Petit Flamme. Cantos, danzas, poesías y representaciones de teatro para gritar al mundo que la Paz es el amor y que la guerra es la muerte.

Estaban presentes varias autoridades civiles, diplomáticas y eclesiales que quedaron contagiadas con su entusiasmo. También vinieron representantes de las Embajadas de Italia y Alemania, el coordinador de las escuelas protestantes de Kinshasa, con unos 300 niños, y el coordinador de las escuelas católicas.

12 giornata PF«Lanzado y explicando el Dado del amor – continúa Martine -, los niños demostraron que “la paz empieza por nosotros”. Los muchos dados de colores que decoraban el palco fueron entregados solemnemente, al final, a cada escuela presente, como signo de un camino y de un compromiso de paz que juntos ya han iniciado. Los 22 directores de las escuelas protestantes que participaron en la iniciativa, dijeron que estaban entusiasmados y expresaron su deseo de seguir trabajando con nosotros en este tipo de actividades.

Los niños fueron los verdaderos protagonistas desde los preparativos, con su capacidad de involucrar a todos, en los ensayos de las canciones y de las presentaciones; con valentía anunciaron y presentaron la jornada en una transmisión televisiva… Se sentía la alegría, el entusiasmo y el compromiso. Y también la bendición de Dios con su providencia ¡que no faltó! Desde nuestra comunión de bienes, a los regalos de los papás, al aporte de las embajadas, ¡incluso un banco financió el evento ofreciendo el palco y el sonido! El evento fue transmitido por un canal nacional, el mismo que había lanzado la iniciativa días antes.

¿Y a nosotros, de los 0 a los 99 años, que hemos vivido esta bellísima jornada por la paz, qué nos queda en el corazón después de haber visto la alegría en los rostros de los niños? La esperanza. Una esperanza tenaz. Porque el futuro está en buenas manos».

 

 

 

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