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Kevin Kelly

«Cuando conocí los Focolares, decidí hacer algo por los demás. Adherí enseguida a la propuesta de dedicar un poco de mi tiempo al “The way”, un centro de acogida para persona alcohólicas sin hogar. Es gente que ha transcurrido una vida en la calle y ahora ya es anciana o demasiado maltrecha para enfrentar por sí sola ese poco de vida que le queda. Aquí conocí a Paddy, un joven irlandés que había luchado al lado de los ingleses. Como muchos ex soldados no logró enfrentar la vida normal y por lo tanto dejar de beber. En un momento de lucidez me cuenta que nunca disparó el arma para matar, sino que él solo apuntaba a las piernas. Una noche me dí  cuenta de que estaba verdaderamente mal y que no superaría la noche. Llamé a un amigo sacerdote que logró darle la unción de los enfermos antes de morir. Juntos después, lo lavamos y lo preparamos para la sepultura. Ocuparnos de Paddy, que después de tanto sufrimiento se encuentra ahora en paz, es como deponer a Jesús de la cruz. Lo tratamos con la misma sacralidad.

A continuación conozco a Peter, un médico del hospital St. Vincents con el cual compartimos las experiencias con los alcohólicos. Él tiene intenciones de abrir un hospital de día para la rehabilitación de los alcohólicos y me pregunta si quiero encargarme de la gestión de esta nueva estructura.

De acuerdo con mi esposa, pido tres años de licencia en el servicio público donde trabajo y comienzo una estrecha relación con el personal del hospital para crear las condiciones justas para abrir el nuevo centro. Después de muchas consultas se abre en un viejo pub en Fitzroy. El personal está compuesto por un enfermero que tiene mucha experiencia en el sector, algunos profesionales de diversas áreas pero, sobre todo, por ex alcohólicos: personas maravillosas, honestas consigo mismos y con los demás; gracias a su experiencia brindan una gran ayuda a los pacientes, sobre todo en la primera fase de abstinencia.

20161014-01Trabajar con ellos es una experiencia verdaderamente interesante. Casi todos llegaron a la sobriedad a través de “Alcohólicos Anónimos” y ahora saben cómo comportarse con quien se encuentra todavía “adentro”. Son seres humanos especiales, personas que en la aceptación de su condición, lograron salir transformando el sufrimiento en algo positivo.

En determinado momento nos damos cuenta de que algunos pacientes habituales, personas sin hogar e indigentes, se dirigen al centro solo para despachar la borrachera, para luego volver a sus viejas costumbres. Este comportamiento,  para los ex alcohólicos que se dedican tanto para ayudar a que las personas se recuperen, es muy difícil de aceptar. Gracias a la relación fraterna que se estableció entre nosotros, puedo compartir con ellos una simple pero revolucionaria enseñanza de Chiara Lubich: “vernos uno al otro cada día con ojos nuevos, como personas nuevas”. La mayor parte de los colaboradores, no sin dificultades, acepta como propio este principio. Y los efectos no tardan en llegar: un paciente habitual, con el récord por número de presencias, tratado por nosotros cada vez como una persona nueva, cuando menos nos lo esperamos decide abandonar el licor. Se deja ayudar, y, ante el estupor de todos, continúa manteniéndose sobrio también durante un largo período, ayudando a su vez a otras personas.

Vivir en contacto con los alcohólicos me da la oportunidad de compartir su sufrimiento y conocer el rol del dolor en el desarrollo de las personas. Y también testimoniar la importancia de aceptar y amar a cada persona más allá de cómo se presenta, dando a cada uno toda la confianza que precisa».

1 Comment

  • Thank you for sharing your experiences and I really appreciate it very much . Thanks for your love and unity.!.

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