SrLeopoldaBlasi-01Nacida en una prestigiosa familia de Roma que elige para su educación el Instituto Espíritu Santo regido por las Hijas de la Inmaculada Concepción. Allí conoce personalmente a la fundadora, ahora beata, y muy pronto en su corazón se enciende el deseo de donarse totalmente a Dios.
La familia no acepta su elección y dos veces, después de haberse escapado de su casa, llega al noviciado, de donde la devuelven. Después, gracias a su firme decisión, logra convencer a sus papás de que la dejen realizar su sueño.

Concluida la formación en el norte de Italia, regresa a Roma para dar clases en la escuela que la había visto de niña y adolescente.

Jovial y bromista, Sor Leopolda se conquista la simpatía de las alumnas y con sus comentarios divertidos logra desdramatizar incluso las situaciones más complicadas.

En los años ’70 se encuentra con la espiritualidad de los Focolares y en ella descubre un signo de los tiempos para la Iglesia. Fascinada por la visión de Chiara Lubich quien considera a cada carisma como un don de amor para los demás, se siente impulsada a hacer nacer una corriente de comunión entre las consagradas de familias religiosas diferentes.

Por sus dotes morales y espirituales, su vasta cultura y una gran capacidad de valorar a las personas, en 1983 le piden que sea la guía de su Congregación durante 12 años.

Conoce personalmente a la fundadora de los Focolares quien, en 1989, le pide que se encargue de las actividades del Movimiento de las Religiosas a nivel internacional y de promover la comunión entre las Madres Generales que aprecian la espiritualidad de la unidad. La Madre Leopolda acoge la invitación de Chiara con alegría y responsabilidad, tejiendo una densa red de religiosas vinculadas por el espíritu de comunión. Convoca y prepara encuentros anuales de consagradas y para madres generales.

Concluida su responsabilidad como responsable de su congregación, regresa a su trabajo en el campo educativo. Los padres de sus alumnos la consideran “la Directora más dulce y simpática de todas las escuelas del mundo”.

Cuando llega la enfermedad la encuentra lista para decir su sí a ese Dios que había seguido desde su juventud. Y se deja conducir de Su mano, ofreciendo todo por la Iglesia, por su congregación, por todas las religiosas que había encontrado en su vida. En los momentos más difíciles le resulta un consuelo sumergirse en los escritos espirituales de Chiara, rodeada de sus hermanas y de las focolarinas que la acompañan hasta el final.

Los médicos y el personal donde fue internada quedan impresionados por su testimonio de serenidad y de total abandono en Dios. Sor Leopolda se apaga el 1º de enero de 2017, a la edad de 87 años.

El Movimiento de los Focolares la recuerda con inmensa gratitud por su vida, toda dedicada a difundir entre las religiosas, el espíritu de comunión que nace del Carisma de la Unidad.

 

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