ArchbishopDamascus_SamirNassar

En estos días (7-12 de marzo), en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo se reúne un gran Congreso del grupo de los obispos católicos amigos de los Focolares. Es significativo observar las más variadas procedencias, entre ellos 26 provenientes de África y de la zona de Medio Oriente. Con ellos se encuentra también Mons. Samir Nassar, arzobispo Maronita de Damasco a quien le pedimos noticias sobre su martirizado país.

Mons. Nassar, después de seis años de guerra, ¿cuál es el rostro de Siria hoy?
Una zona enorme de ruinas. Escenarios apocalípticos: edificios carbonizados, casas quemadas, barrios fantasmas, pueblos arrasados. Más de 12 millones de sirios (el 50% de la población), no tiene techo. Muchos sirios, y son millones, dejaron su patria, formando la mayor masa de refugiados después de la segunda guerra mundial. Y ahora se encuentran en los campos de refugiados en espera de que alguien se acuerde de ellos. Otros de ellos están aún en fuga, o hacen cola delante de las embajadas como nómadas buscando un territorio que los reciba. La vida de los sirios, en cualquier lugar se encuentren, se ha convertido en un verdadero tormento.
La familia – la piedra firme de la Iglesia y de la nación- está siendo gravemente sacudida. Es raro encontrar un núcleo familiar completo y los pocos que quedaron están privados de apoyo, sumergidos en la miseria, en la depresión y en la angustia. Los novios no pueden casarse porque están separados por la actividad militar; además de la falta de casas que pone en peligro también su futuro.

¿Cuál es, según Ud., la franja más vulnerable?
Los que sufren mayor riesgo son los niños. Ellos están pagando cara esta violencia sin piedad. Según la Unesco más de 3 millones de niños sirios no van a la escuela, también porque la prioridad es la supervivencia física. Las pocas escuelas que funcionan están superpobladas y el nivel de instrucción sufre el éxodo de muchos docentes. Los centros de apoyo psicológico están abarrotados por el gran número de pacientes y por la entidad de las heridas y de los bloqueos psicológicos que gran parte de nuestros pequeños sufren.

Una de las preocupaciones de la Iglesia es también el éxodo de los cristianos…
Las parroquias registran una drástica disminución de fieles y de actividades pastorales. La Iglesia de Damasco vio partir a un tercio de sus sacerdotes (27), una dura realidad que debilita aún más el rol, ya en declive, de la minoría cristiana. Los sacerdotes que resisten en el lugar no se sienten seguros y tratan de negociar una posible salida al extranjero. Mientras tanto se ofrecen como operadores socio-humanitarios para las familias afectadas. Pero, ¿cómo imaginar una Iglesia sin sacerdotes?

¿Cómo es la vida de los sirios hoy?
Los sirios no persiguen más la libertad. Cada día deben luchar para buscar pan, agua, gas, gasoil, que cada vez escasean más. Los frecuentes y prolongados cortes de energía eléctrica los sumergen en la melancolía reduciendo su vida social. La búsqueda de los hermanos, los padres y amigos dispersos se realiza con gran discreción e inquietud. Encontrar una pequeña morada, algún refugio donde vivir, se convirtió en el sueño imposible de cada familia, sobre todo de las parejas jóvenes. El pueblo sirio vive esta desgracia con amargura, que es evidente en sus miradas silenciosas y en sus lágrimas. La Cuaresma 2017 nos ofrece un momento de profunda reflexión para volver a ver nuestro compromiso como Iglesia que quiere estar al lado de nuestros fieles en la prueba, para caminar con ellos hacia Cristo Resucitado quien ha dicho: “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y oprimidos…” (Mt 11, 28)

¿Qué razón lo impulsó a venir a este encuentro junto con otros obispos?
Desde 2008 en los Focolares encuentro un tipo de escucha y de diálogo que me ayuda a aceptar mi soledad episcopal y el aislamiento físico en un país en guerra. En estos encuentros de Castel Gandolfo experimento una acogida fraterna, discreta y respetuosa, un clima y un tono espiritual que alimenta el alma y  fortalece el espíritu. Un oasis de amistad, de misión y de renovación.

 

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