Maria 1«Ante el pensamiento de hablar de María siento que el alma tiembla y el corazón late. Es éste un tema que supera todas nuestras facultades y en el lugar de la palabra sería mejor guardar silencio.

«¡María! La extraordinaria entre todas las criaturas, la excelsa hasta el punto de poseer el título y la realidad de ser Madre de Dios y por lo tanto, la Inmaculada, la Asunción, la Reina, la Madre de la Iglesia.
María está más cerca de Dios que del hombre, y sin embargo es una criatura como nosotros que somos criaturas, y así es ante el Creador. De aquí la posibilidad para Ella de ser para nosotros como un plano inclinado que toca el cielo y la tierra y por lo tanto, aún en su ser extraordinario, niña, jovencita, novia, esposa, viuda… igual que nosotros, cada uno en la propia edad y en la propia condición, podemos encontrar un vínculo con Ella y por lo tanto, un modelo.[…]

«En lo que se refiere a poseer una verdadera devoción a Ella – aún magnificando las diversas devociones que fueron floreciendo en el transcurso de los siglos para dar al pueblo cristiano el sentido de un amor maternal seguro, que piensa en todos los pequeños y grandes problemas que la vida ocasiona- te aconsejaría un camino que permite que en el corazón nazca un amor por María semejante y del tipo del que Jesús tiene hacia Ella.
Es así, si María tiene todas esas magníficas y extraordinarias cualidades que sabes, Ella es también “la perfecta cristiana”.

«Y es así porque, como se puede deducir del Evangelio, Ella no vive su propia vida, sino que deja que la ley de Dios viva en Ella. Es Ella la que mejor que todos puede decir: “No soy yo que vivo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). María es la Palabra de Dios vivida.
Si quieres entonces amarla de verdad, “imítala”.
¡Debes ser también tu palabra de Dios viva!

«La imitación de Ella te hace semejante a Ella y te lleva a amarla, porque si un dicho dice: “El amor o encuentra a sus semejantes, o los hace semejantes”, es verdad también que los que son semejantes se aman.
[…]
«Imitemos pues a María, hagámonos semejantes a Ella y nacerá espontáneamente en nuestro corazón el amor hacia Ella»

Chiara Lubich

 

«Diálogo abierto». Pubblicado in Città Nuova, 1976,  n. 9, p. 33.

Ver también Centro Chiara Lubich:

 

 

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