Soul-03“Soul”, alma. Es el nombre del programa televisivo, para “encontrar en el fondo del alma” a protagonistas de estos tiempos, de espesor humano y cultural. La presentadora, Mónica Mundo, el domingo 24 de septiembre dialogó con María Voce.

Un grupo de jóvenes en Trento. Un contexto desastroso por la guerra. «Una inspiración hizo comprender a Chiara Lubich la exigencia de un ideal eterno, que no perece. Este ideal es Dios». Son las primeras palabras de María Voce, actual Presidente de los Focolares.

La entrevista va desde los orígenes hasta los desafíos actuales del Movimiento de  los Focolares, el único, en el ámbito eclesial, dirigido, por Estatuto, por una mujer.  «La valoración de la mujer es mucho más sencilla de lo que se piensa. Significa reconocer sus características específicas sin las cuales el hombre no puede expresarse a sí mismo. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y los creó distintamente,  hombre y mujer, para crear la humanidad en ellos. La parte de la mujer es muy importante; su feminidad, su capacidad de donarse, de estar dispuesta al sacrificio».

De la propia experiencia personal, Maria Voce cuenta: «Provengo de una familia tradicionalmente católica y practicante. El problema nació cuando decidí donarme a Dios. Mi padre estaba muy apegado a mí, había hecho muchos “proyectos” sobre mí. Siendo la primera de siete hermanos, era normal también para mí pensar: me casaré y tendré muchos hijos. El Movimiento me daba la posibilidad de vivir integralmente el Evangelio, y para mí cambió la vida. Seguí trabajando como abogado en mi ciudad, pero empecé a encontrarme con los clientes viendo en ellos a un hermano al que podía amar. Ésta fue la transformación en mi vida. Cuando estaba en el focolar en Turquía, para mi cumpleaños, mi padre, por primera vez me escribió: “¡Muchas felicidades! Papá”. Después de pocos días murió a causa de un infarto. Sentí que había sido amor de Dios que se reconciliara plenamente con mi elección».

¿Qué es un focolar, una casa? «Es un grupo de personas llamadas por Dios a la misma vocación, que conviven dispuestas a dar la vida la una por la otra, momento tras momento, para ser la Obra de María. La obra más grande de María fue dar al mundo a Jesús. Las focolarinas, los focolarinos quieren ‘revivir’ a María, teniendo entre ellos la presencia viva de Jesús por el amor recíproco».

Virginidad, una palabra que hoy no está de moda. «La virginidad es la respuesta a una llamada. Es Jesús quien por amor llama a algunos a un amor infinito. Y en lo infinito no hay partes, lo infinito es todo. Si Dios llama con este amor, la respuesta no puede ser otra que un amor totalitario. Incluso para vivir bien el matrimonio es necesario ser vírgenes de corazón».

Chiara Lubich le dio otro nombre. ¿Un nombre extraño, el nombre de una localidad?«Sí, Emmaus. Indica el deseo y el compromiso de hacer presente a Jesús también después de su muerte y resurrección, caminando con Él».

Suceder a un fundador no es fácil. Es difícil conciliar la fidelidad  y la actualización de un carisma. «La inspiración está en el carisma. El carisma es eterno, las personas pasan. Chiara Lubich vivió plenamente este carisma en su tiempo, y nos lo ha transmitido. Estamos unidos a la fuente, pero ahora nos preguntamos: ¿Qué diría Chiara hoy? Esto es lo que me guía en mi acción. No es algo repetitivo, hay muchas manifestaciones en el Movimiento que no existían en tiempos de Chiara ».

¿Pero es éste todavía el tiempo de los Movimientos? «Los Movimientos tienen características que favorecen la vida cristiana. Tienen mucho que decir y que dar todavía, no sólo a los jóvenes, sino también a las familias, para su bienestar».

Católicos comprometidos en la política y en Europa. ¿ Cuál es el balance? «Si Europa olvida sus raíces cristianas, desaparecerá. Por eso es importante que los católicos trabajen en política, para revalorizar sus raíces cristianas, para ponerse frente al otro reconociéndolo como un semejante, hermano, porque es hijo de Dios. Podemos dialogar con todos, cualquiera sea su pertenencia y su fe, porque el diálogo se hace con las personas. ¡También amar  a los enemigos es parte del Evangelio!».

¿Existe todavía esta capacidad de inventar lugares, experiencias, de proponer novedades? «No debemos crear cosas nuevas, sino renovar el mundo con el carisma que tenemos. Pienso en las personas del Movimiento, de cualquier vocación, que deciden poner a disposición sus vacaciones para ir a testimoniar el Evangelio en Amazonia; o que van a una ciudadela para construir una escuela para los niños pobres de los alrededores».

Pero ¿cuál es el límite entre el testimonio, la evangelización y el diálogo, sin  imposiciones o espíritu de batalla? «Debemos  anunciar a Cristo antes que nada con nuestra vida. Si nuestra vida testimonia a Cristo, antes o después nacerá en el otro el interés por saber qué es lo que hay en la raíz. La unidad es aquella de la que habla el Evangelio, es la unidad en Dios, en la que cada uno se reconoce, porque es hijo de Dios y hermano del otro. Si no se tiene esta base no se puede hablar de unidad, sino de comprensión recíproca. La unidad viene de Dios y está en Dios. Se puede experimentar también con personas que no tienen la misma fe o el mismo modo de ver las cosas, pero que están dispuestas a unirse por un ideal más grande, el de ser hermanos».

¿Los católicos no están demasiado escondidos? «Deben ser más incisivos. Tal vez uno de los frutos del Movimiento es el de despertar el ADN cristiano que llevamos en nosotros desde el Bautismo».

¡Usted tiene todavía el ‘toque’ del abogado! Si hoy tuviese que defender una causa ¿A qué querría dedicarse con la máxima pasión? Maria Voce no duda un momento: «A la fraternidad universal».

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