20180316-01
Foto: Pixabay

Cada preocupación en Dios
Hemos aprendido a dejar todas las preocupaciones en Dios. Cuando me internaron, fue la ocasión para reforzar las relaciones de amor en la familia y para crearlas con personas desconocidas. El hospital y la terapia eran muy costosas, no sabíamos cómo hacer para comprar leña para la calefacción y para pagar la matrícula de la escuela. Después de algunos días de suspensión, alguien fue instrumento de la providencia de Dios, y nos hizo llegar la suma necesaria.
R. – Serbia

“Don nadie”
Como director general de una empresa de salud, me consideraban sospechoso de haber pagado un soborno por una consultoría importante. Sin ninguna explicación por parte de la Procuraduría, me obligaron a suspender todo tipo de actividad laboral de carácter público o privado y de un momento a otro me convertí en un “Don nadie”. Todo a mí alrededor se movía como si yo fuera culpable. Sentí la muerte dentro de mí, y la deseé fuertemente. Parecía que Dios había desaparecido. Mi único apoyo era la cercanía de una persona querida: «Jesús abandonado te ha querido semejante a Él. La prueba pasará pero en tu alma quedará la riqueza de tu amor por Él». Después de ocho años de desierto y angustia reconocieron mi inocencia. Esos momentos de infierno se convirtieron en la más fantástica y rica experiencia de mi vida.
M.B. – Italia

Creer fuertemente
He experimentado lo que significa la frase de Jesús: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo». Nuestrod hijos aún estudiando, y mi esposo, el único que tenía un ingreso en la familia, se quedó sin trabajo. Uno de ellos no podía presentarse a rendir un examen porque no tenía el dinero necesario. Creí fuertemente que Dios se encargaría. Ese mismo día me regalaron la suma que se necesitaba.
Y.– Croacia

¡Oigo!
Desde hace muchos años nuestro hijo tiene problemas con el oído y para curarlo nos trasladamos a otro país. Me puse a buscar trabajo y a dedicarme al prójimo, y el peso se volvió más ligero. Necesitaba exámenes especializados Providencialmente, en lugar del mes de espera previsto, ¡fue suficiente sólo una semana! Así mi hijo pudo empezar el tratamiento. Poco después una empresa de logística y transporte me llamó para un empleo. Después de una semana de tratamiento, mientras le ponía unas gotas, mi hijo dijo: Papá, ¡de este oído escucho!
S.- Italia

Ojos tristes
Acababa de salir de casa. Se me acercó un hombre, sucio, con los ojos inmensamente tristes. Fue uno de esos momentos en los que se piensa que no es posible cambiar el mundo y asumir sus problemas. Pero esos ojos me miraban sólo a mí. “Hace tres días que no como”, me dijo. Le pedí que esperara y corrí a la casa a calentar algo ya listo. Después regresé donde él. Devoró todo en un instante. Entonces lo invité a la cafetería de la esquina. La gente me miraba un poco sorprendida. Pedí un café y cuatro croissant, tres para él y uno para mí. Pero mi amigo los devoró todos. Me contó su historia de dolor y sufrimiento. En un momento me vino la duda si todo era verdad, pero lo importante era escucharlo. No podía parar de hablar. Otro café, otra leche, gasto mi poco dinero. Le doy la dirección de un lugar para personas que viven en la calle. «Es la primera vez que alguien se interesa por mí, voy a ir, me dijo Despertarme esta mañana tenía sentido».

(Tomado de Urs Kerber, “La vida se hace camino” – nuestra traducción).

 

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