«Los muros dividen naciones, culturas y personas. Crecí frente al muro que separa por un lado los Estados Unidos y por otro México. Me llamo Noé Herrera y nací en una ciudad de México, cuyo nombre, Mexicali, viene de México y California. Desde pequeño, me preguntaba por qué es tan difícil atravesar la frontera con los Estados Unidos. Estos dos países tienen muchos rasgos comunes en su cultura, como la comida, la lengua e incluso aspectos económicos. Tengo muchos amigos en ambos lados y mucha gente, como yo, va y viene de México a Estados Unidos y viceversa. Sin embargo, he visto que esta frontera representa un motivo de grandes sufrimientos para nuestros países. Lo vi en muchas familias que se separaron, en los inmigrantes que luchan por encontrar un futuro mejor, en los muchos prejuicios que hemos creado. Pero he visto que la gente es indiferente a esta situación. ¿Por qué? Porque nos hemos acostumbrado a ver esta división».

«No hice la misma experiencia que Noé con el muro, puedo decir que desde los Estados Unidos es más fácil atravesar la frontera, que al revés. Me llamo Josef Capacio. Vivo en una ciudad del sur de California, San Diego, cerca de la frontera. Yo también vi la división en los Estados Unidos, pero por suerte aprendí, desde cuando era muy joven, a vivir por la unidad. A lo largo de los años una nueva percepción del mundo se abrió camino dentro de mí. Creciendo, expuesto a la multiculturalidad, no sólo la tolero ahora, sino que la he hecho mía. Pienso que es parte del motivo por el cual Noé y yo nos hicimos amigos. Yo no soy solamente Josef, norteamericano, nacido en una familia emigrada de las Filipinas, y él Noé, de la gran estirpe mexicana. Somos todo esto y algo más aún.

Somos dos ciudadanos del mundo. Y no olvidaré nunca cómo nos conocimos. Tras haber pasado un año lejos de mi casa, y habiendo estado en una escuela de formación para jóvenes de los Focolares en Italia, me había entusiasmado con la idea de volver a casa y sostener nuestras iniciativas en California. Un amigo me sugirió que me uniese a un proyecto en Mexicali. Siendo honesto, al principio, no me gustaba la idea. Pero me mordí la lengua y lo escuché. Afortunadamente, después de haber conocido a Noé, me decidí a ir con algunos amigos. Ese día no se puede describir con palabras; fue una maravilla.»

«El objetivo era mostrar nuestra visión de un mundo unido a través de una carrera simultánea a lo largo del muro. Había unas 200 personas de los dos lados, con un único mensaje: “Podemos estar divididos por un muro, pero estamos juntos para construir un mundo unido”. Mucha gente, de todas las edades, adhirieron y desde entonces se ha vuelto una cita anual en la que hemos involucrado a los gobiernos locales, de ambos lados. Después de ese primer gran evento, nuestro objetivo se volvió más visible. Josef y yo, con otros amigos de nuestros países, tuvimos la oportunidad de trabajar juntos en muchas actividades sociales, y también con el tiempo, hemos desarrollado relaciones de fraternidad y de verdadera amistad con nuestros vecinos más allá de la frontera. Descubrí que nuestros valores, objetivos y visión del mundo son muy similares. Somos todos iguales y puedo amar a su país como al mío».

«Saqué esta foto durante uno de nuestros eventos, que me inspiró esta idea: “Hay, por distintos motivos, fronteras físicas, geopolíticas, económicas, de seguridad. Pero en nuestros corazones no hay barreras. Somos un único pueblo y queremos un mundo unido”. Los que tuvieron el privilegio de mirar a nuestro planeta desde el espacio hablan a menudo de una nueva percepción de la vida humana, en la Tierra. Desde allá arriba no hay fronteras. Desaparecen. Son invisibles, inexistentes. Los motivos por los que seguimos haciendo guerras se vuelven pequeños. Un astronauta llegó a decir incluso: “Desde aquí se ve claramente que sobre la Tierra somos una única humanidad”».

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