«Nuestra delegación hindú-cristiana llega al Instituto Universitario Sophia de Loppiano para profundizar el conocimiento de su original experiencia, y también para conmemorar el décimo quinto aniversario del regalo del cuadro de la Virgen María, pintada por un artista hindú, que domina una de las paredes laterales de la Theotokos, el Santuario de la ciudadela. Los momentos de intercambio con profesores y algunos estudiantes de Sophia son muy ricos. Los académicos indios muestran un gran interés por los estudios que tienen que ver con la formación al diálogo, en una dimensión interdisciplinaria. Momentos de diálogo e interacción profundos permiten el conocimiento recíproco y revelan consonancia entre algunas instituciones que se inspiran en Mahatma Gandhi y Sophia. Se espera que pronto se pueda introducir, en el Instituto Universitario con sede en Loppiano, también estudios y profundizaciones acerca de la figura de este apóstol del diálogo.

Un seminario muy interesante, sobre Teología y praxis del diálogo, se lleva a cabo en presencia, no sólo de los estudiantes y de la delegación hindú, sino también de otros jóvenes y adultos de la ciudadela. El tema es vital, pero al mismo tiempo desconocido para muchos. Al atardecer, en el Santuario Theotokos, los hindúes, en procesión, llevan ramos de flores y guirnaldas a la imagine de María, mientras el grupo musical Gen Verde canta un himno. Reverencias y solemnidad crean un clima espiritual profundo. Siguen algunas oraciones espontáneas en sánscrito, tamil e inglés. Luego, el momento sagrado del silencio. El silencio es parte del ser oriental. ¡Qué incómodo es, en cambio, para Occidente! Casi como si no estuviésemos acostumbrados, o por miedo a tener que enfrentarnos con nuestro propio ser. Cuando las culturas y las religiones se encuentran con hombres y mujeres de fe genuina no es necesario recurrir a componendas, sincretismos o anomalías de cualquier tipo. Todo gesto, toda palabra, todo silencio habla de Absoluto, cada uno lo escucha en la propia longitud de onda, pero las vibraciones – como las llaman los indios – son las mismas y llegan hasta el fondo del corazón».

Última etapa, Asís. «Llegamos alrededor de las 10.30 de la mañana. Subimos a pie hacia la basílica de San Francisco y desde allí seguimos hasta el cementerio. No puedo hacer a menos que recordar el otoño de 1997, pocas semanas después del terremoto que había golpeado con fuerza la ciudad y había causado muchas víctimas. En esos días habíamos subido a estas colinas con Vinu y Ashok, hijos del Dr. Aram, educador gandhiano, fallecido algunos meses antes. Había querido que parte de sus cenizas fueran llevadas a la patria de San Francisco, que admiraba mucho, y por ello recitaba su oración de paz todas las noches: Señor, hazme un instrumento de tu paz. La peregrinación sigue hacia la cripta de la Basílica, en donde participamos de la oración de la “hora sexta” de los frailes, delante de la tumba de San Francisco. Gran recogimiento, en una atmósfera de fraternidad y espiritualidad. Nuestros amigos siguen en un silencio profundo nuestra oración: un signo de respeto y valorización de la oración de los demás como si fuera la propia. La historia de San Francisco, hombre de paz y de diálogo, sigue atrayendo a hombres y mujeres de todas partes del mundo y de toda creencia religiosa. Asís es realmente el lugar ideal para el diálogo».

Fuente: blog de Roberto Catalano

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