El Presidente eritreo Isaías Afewerki y Primer Ministro etíope Abiy Ahmed Alí, para dar continuidad a la decisión tomada el pasado mes de julio, firmaron el 16 de septiembre un acuerdo de paz denominado “Acuerdo de Jeddah”. El acuerdo, al que se llegó por la medicación de Arabia Saudita, de las Naciones Unidas, de la Unión Africana y de los Emiratos Árabes Unidos, pone punto final a un estado de guerra prolongado desde 1998 al 2000, que existía entre las dos naciones aún después de la finalización del conflicto ocasionado, por cuestiones territoriales.

El acuerdo de paz prevé, entre otras cosas, como está escrito en el comunicado oficial, la apertura de las embajadas en las respectivas capitales, la reanudación de las conexiones y el uso de los puertos eritreos por parte de Etiopía y la normalización de las relaciones entre los dos países, “sobre la base del estrecho vínculo geográfico, histórico y cultural entre ambas naciones y sus respectivos pueblos”.

El Secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, subrayó la importancia del Acuerdo, definiendo el evento como “un fuerte viento de esperanza en el Cuerno de África”. En tanto, hace pocos días, se reabrió la frontera entre los dos países y muchas familias divididas durante veinte años pudieron volver a abrazarse.

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