Movimiento Político por la Unidad

 
El Movimiento político por la unidad (MPpU), promovido por los Focolares, nace en Nápoles en 1996 y está formado por políticos que incorporan el concepto ‘fraternidad’ como categoría política. No es un partido nuevo, sino un movimiento portador de una cultura y una praxis nuevas.

Propone un cambio de enfoque en la actividad pública donde la fraternidad es el objetivo final y el método de trabajo a seguir. Es una red mundial abierta a ciudadanos activos, a políticos militantes de los más variados partidos y movimientos políticos, a funcionarios públicos, a jóvenes que se interesan por las grandes cuestiones mundiales y por la vida de la propia ciudad, y estudiosos de ciencias políticas. Se trata de ayudar a los políticos para que se escuchen recíprocamente, y sean capaces de descubrir el bien el uno en el otro, la riqueza de cada una de sus opciones, para mirar juntos al bien común y trabajar para resolver los auténticos problemas de las personas y de la sociedad.

Son múltiples las iniciativas: desde congresos para profundizar en la fraternidad como categoría política, a iniciativas parlamentarias o a nivel de administración local. El MPpU no es un partido, ni tiene intención de serlo, es una corriente transversal de estima y conocimiento recíproco que ayuda a los políticos a vivir la política como auténtico servicio, como expresión sublime del amor al prójimo. Hoy está presente sobre todo en distintos países de Europa, América y Asia.

Para alcanzar esta propuesta, es necesario un cambio de enfoque donde la fraternidad sea, al mismo tiempo, el objetivo final y el método a seguir. De esta manera, el “político de la unidad”, siendo fiel a los propios y auténticos ideales, ama a todo el mundo y en cada circunstancia busca lo que une.

En palabras de Chiara Lubich –Fundadora del Movimiento de los Focolares y del MPpU- durante el nacimiento del MPpU: “La fraternidad como categoría política, que crea la unidad salvando la diversidad, es la respuesta más innovadora a las tensiones y a los conflictos del mundo, tanto a nivel estatal, como en las administraciones locales (…) Si pensamos que el gran proyecto político de la modernidad preveía la libertad, la igualdad y la fraternidad como pilares, observamos cómo, si los dos primeros han conocido en los últimos siglos maneras parciales de realización, la Fraternidad, en cambio, ha sido objeto de declaraciones formales, pero en el plano político ha sido casi olvidada (…) “La fraternidad es la característica específica del “Movimiento político por la unidad” y, gracias a ella, la libertad y la igualdad pueden adquirir significados nuevos y conseguir un pleno desarrollo.”

El MppU se presenta como un laboratorio internacional de trabajo político común, entre ciudadanos, funcionarios, expertos, políticos comprometidos a distintos niveles, de tendencias y partidos diferentes, que sitúan la fraternidad como el fundamento de su vida y, sólo después, actúan en el mundo político. Este movimiento, igualmente propone el que los valores fundamentales que están presentes en las culturas políticas estén también en el centro de su acción.

Algunas características del MppU:

La intersubjetividad: dirigirse e involucrar en cada iniciativa, ya sea operativa o cultural, a todos los sujetos de la política: ciudadanos, funcionarios, expertos y estudiantes de política, políticos y miembros de los partidos. De esta forma tiene lugar entre todos, una relación de reciprocidad cercana que, respetando el cometido de cada uno y la autonomía de las distintas funciones, es un elemento estructural para poder producir frutos políticos.

La internacionalidad: la red formada es transnacional y transcultural; la ‘mundialidad’ es para el MPpU algo normal, un hábito en la relación entre los miembros y también en las estructuras de gobierno del mismo movimiento. Este hábito es básico en este modo nuevo de entender los problemas y de definir las prioridades y los contenidos de la política.

El diálogo a 360 grados: la costumbre de ir buscando los ambientes más variados (en todo el mundo) sin hacer opciones excluyentes, ha llevado a una apertura de diálogo a 360 grados, en la cual la diversidad llega a ser incluso una característica que sostiene la unidad, una dimensión necesaria que no se puede eliminar. Se trata de un diálogo que no se debe nunca separar de la necesidad de anunciar siempre y con fuerza nuestras raíces, que ahondan en un carisma espiritual y evangélico, pero que es siempre un “anuncio respetuoso”.

En España se presentó hace ya casi diez años. Su último acto público hasta la fecha tuvo lugar en Mérida el 15 de marzo: una mesa redonda bajo el título La fraternidad: una respuesta a la crisis actual.

En los últimos meses el Grupo de Trabajo del MPpU en España ha redactado un documento titulado Propuestas frente a la crisis actual desde la perspectiva de la fraternidad, al que se puede acceder desde el enlace anterior.

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