Diario desde Siria / 26

 
Siria es un país masacrado por la guerra y el hambre. Algunos amigos del Movimiento de los Focolares han regresado después de dos meses a su país. Nos cuentan el día a día de este pueblo que desde hace dos años vive bajo las bombas, con la indiferencia -o casi- de la comunidad internacional.

Algunos proyectan la fragmentación geográfica de Oriente Medio, subdividiéndolo en muchos estados pequeños. Algo inaceptable para los sirios.

«La división confesional es cada vez más marcada, ya no te fías de tu vecino o de quien hasta hace poco era tu compañero en el tiempo libre, si no pertenece a tu rito o a tu religión. Se está vislumbrando como posible la fragmentación del país, e incluso ya hay quien describe en Google cómo puede ser. Basta buscar New Map Middle East y aparece un puzzle de Estados, con fronteras inexistentes hasta ahora, diseñadas seguramente por mano de hombre y no de Dios, donde las minorías y las mayorías, se encontrarían en permanente oposición para asegurar así una continua tensión en la Región del gas y del petróleo, del problema palestino y de los kurdos sin tierra, de los chiítas y sunitas, de los moderados y los extremistas.

Quizás tenía razón el cardenal Bechara Rai, patriarca maronita que acaba de terminar la hermosa experiencia del cónclave, cuando hace dos años, pocos meses después de su entronización simultáneamente al comienzo de las revueltas en Siria, afirmó: “es urgente que las instancias internacionales bloqueen el proyecto llamado ‘Nuevo Oriente Medio’, lanzado en 2006 por algunas potencias internacionales, que quiere dibujar un nuevo mapa de la región. La finalidad es crear un campo de inestabilidad, de caos, para fragmentar el mundo árabe en débiles mini-Estados étnicos y confesionales, para facilitar la hegemonía extranjera sobre las economías de los países árabes. Esta situación crearía una carrera armamentística y vaciaría la capacidad financiera de los países petrolíferos”:

Seguramente no es la mano de Dios sino de hombre la que ha diseñado este plan de muerte, de sufrimientos, de laceración, de heridas profundísimas, de pobreza, la que cada guerra genera, … ¡a lo grande!. En el pais ya la tocamos con nuestras propias manos, y la gente se prepara con resignación a soportarla a largo plazo. Me lo ha dicho con mucha franqueza una amiga de Damasco que está haciendo un doctorado en Economía en Europa, gracias a una beca que le llegó milagrosamente y por la que habíamos trabajado mucho juntas. Me escribió el otro día en un mail lacónicamente: “hemos ido con un grupo de colegas a estudiar la situación en Sarajevo y en Serbia, después de la guerra. He visto mi país dentro de veinte años”.

Giò Astense

Por Maddalena Maltese

Fuente: Città Nuova

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