Chiara Lubich

 
Se cumple un año de la apertura de la Causa de Beatificación de la fundadora de los Focolares.

ChiaraLubich_NikkioNiwanoTras la solicitud presentada por el Movimiento de los Focolares el 7 de diciembre de 2013 al Obispo de Frascati, Mons. Raffaello Martinelli, el 27 de enero del año pasado se abrió la Causa de Beatificación de Chiara Lubich. «Nuestro único deseo es ofrecer a la Iglesia y a la humanidad el don que Chiara ha sido para nosotros y para muchísimas personas», había dicho en esa ocasión la presidente de los Focolares, Maria Voce. «Acogiendo el carisma que Dios le daba (…) Chiara se ha prodigado para que muchos pudieran recorrer este camino de vida evangélica con una determinación siempre renovada, para ayudar, a cuantos encontraba, a poner a Dios en el primer lugar y “hacerse santos juntos”. Su mirada y su corazón estaban movidos por un amor universal, capaz de abrazar a todos los hombres más allá de toda diferencia, siempre orientado a realizar el testamento de Jesús: “Ut omnes unum sint”».

Durante este año, el Tribunal Diocesano ha escuchado a decenas de personas, consideradas en grado de contribuir a que se conozca la vida y el carisma de Chiara, lo más plenamente posible. Entre los testimonios hay muchos de los primeros y de las primeras compañeras de Chiara, autoridades religiosas y civiles, familiares, personas de otros Movimientos, de otras Iglesias y de otras convicciones. Recordamos este primer aniversario con un fragmento de la intervención que Chiara pronunció en Loppiano, el 14 de mayo de 1987, en el que subraya la “santidad de pueblo” o “santidad colectiva” que nace del carisma de la unidad.

Publicamos un fragmento de una intervención de Chiara sobre cómo entendía la santidad. Fue el 14 de mayo de 1987 en Loppiano.

«Estamos siempre en camino para realizar nuestra santificación. Sin este objetivo, además, la vida tendría poco sentido porque Dios, que nos ha creado, también nos ha llamado a la santidad. Todas las personas deben perseguir esta meta. De hecho, la llamada a la santidad es universal. […] Todos deberían alcanzar la propia perfección. Y quien pone en ello todo su empeño alcanza dicha meta caminando por caminos diferentes.ChLubich

También nosotros tenemos el camino. […] Para nosotros es voluntad de Dios caminar por un camino de santidad colectiva. Y para realizar esto es necesario tener presentes dos elementos de nuestra espiritualidad, de los que no podemos prescindir. Nosotros sólo podemos hacernos santos manteniendo vivo al Resucitado en nosotros y al Resucitado entre nosotros.

Estamos en medio del mundo y, para cualquier parte nos giremos, encontramos algo que está en antítesis con Cristo y con su mentalidad.  En el mundo, por doquier, se respira aire de consumismo, de hedonismo, de materialismo, de secularismo. ¿Cómo llevar eficaz y constantemente, y de un modo cada vez más amplio, la presencia de Dios a la sociedad de hoy? ¿Cómo defenderse de las acechanzas del mundo, siempre dispuestas a atacarnos y desanimarnos? ¿Cómo mantener los propósitos que hacemos en los momentos de gracia?

La Virgen con su Obra nos ha ofrecido una posibilidad fabulosa: ha construido por todas partes, de distintos modos, pequeñas o no tan pequeñas comunidades que tienen como vocación tener a Jesús presente en medio de ellas. Pide, por lo tanto, no sólo superar las dificultades personales abrazando a Jesús Abandonado, para que el Resucitado esté en nosotros, sino también construir la unidad con los hermanos, para que el Resucitado esté en medio de nosotros. Ella sabe que solos, en un mundo como el nuestro, sería difícil que lográsemos. Por eso ha “inventado” esta espiritualidad que llamamos colectiva, precisamente, porque son muchas las personas que la viven juntas […]».

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