Transformarnos por el conocimiento del otro

 
“El encuentro con el otro debe producir un cambio en mí, la unidad se puede generar si algo en mí se transforma”.

En el ecuador de la Mariápolis, se ofrece una nueva herramienta para profundizar en la belleza de la unidad y la diversidad: la transformación. La propuesta era de la “transformarnos por el conocimiento del otro”; y fue justamente esta actitud la que mostraron los participantes en uno de los momentos más vitales de la Mariápolis de Logroño: la mesa redonda sobre la diversidad religiosa que el miércoles reunió a cinco representantes de excepción.

Jorge Burdman, Abdelwadud Sabaté, Aurelio Cerviño, Iñaki Elionzo y Miguel Ángel Royo, acercaron con sus experiencias y su camino de búsqueda espiritual, a la esencia de cada una de las religiones presentadas y de su actitud vital.

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Aurelio Cerviño, focolarino que reside en Barcelona explicó lo esencial del cristianismo: “creer que Jesús es Dios”. Es hombre y Dios a la vez. Esto cambia la forma de relacionarse con Él, ya que se ha hecho hombre y ha tomado nuestra condición humana. No sólo se encarna y se hace uno con nosotros, sino también nos redime por amor.  La  percepción del Resucitado en medio de nosotros hace que el Reino de Dios actúe ya, aquí.

Iñaki Elizondo de Vitoria, fue a las raíces del budismo: buscar y entender las causas del sufrimiento en el ser humano. Esta experiencia de búsqueda lleva a una revelación de las causas que lo producen y del camino para dejar de sufrir. Este descubrimiento, a través del silencio, hace transcender la superficie del ser humano para comprender y alcanzar la quietud interior.

Abdelwadud Sabaté, musulmán sufí, señaló los rasgos esenciales que definen el islam. Se reconocen y se aceptan todos los profetas sin hacer distinciones y como en otras religiones, en el islam, hay un mensaje revelado y una acción que se alcanza por medio de la contemplación. Para él, Mahoma es un ejemplo concreto y claro de vida.

2016_Mpolis_Log_d3_3Miguel Ángel Royo de Zaragoza, desde su perspectiva no creyente, compartía que, a pesar de la diversidad entre los seres humanos existen valores implícitos comunes como la fraternidad universal.

Jorge Burdman, representante judío de Barcelona, hablaba sobre la enseñanza de La Torá, una forma de vida para el ser humano que ayuda a componer el mundo, no solo con su estudio sino poniéndola en práctica en el día a día para crear un mundo mejor.

Tras su exposición cada uno de ellos puso en común lo que le gustaba o atraía de las otras religiones. Fue un momento precioso en el que realmente llevaba a los asistentes a lo “esencial”, a esa búsqueda y anhelo de profundidad en la vida.

Con este clima prosiguió el “hilo invisible” a través de unas imágenes de la diversidad en la naturaleza vegetal, animal y humana, interpelando a ser protagonistas en el cuidado y respeto del entorno y de aquellos que tenemos a nuestro lado.

Un intervalo musical dio paso a la diversidad económica y social con la intervención de Elena Bravo de Sevilla e Isaías Hernando de Logroño -responsables de la Economía de Comunión en España– con quienes se dio a conocer el nacimiento de la EdC y los retos a los que se enfrenta hoy, 25 años después de su nacimiento.

La mañana concluyó con una última visión de la diversidad: la vida en situaciones de guerra y la vida en situaciones de paz. El contraste se presentó a través de un emotivo testimonio de la Mariápolis de Siria celebrada el mes pasado y con una conmovedora experiencia de dos voluntarias en un campo de refugiados en Grecia.

Broche de oro de este día de transformación fue el momento de recogimiento para pedir por la paz mundial en la iglesia de S. Bartolomé.  Bajo el título No hay caminos para la paz, la paz es el camino, se reunieron personas de diferentes religiones y convicciones  con un anhelo común de paz. Con este momento de silencio los participantes se comprometieron a ser portadores de paz en los pequeños detalles de cada día.

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