“Solo el creativo es fiel”

 
Jesús Morán, Copresidente de los Focolares habla de la aportación del carisma de la unidad a los desafíos que vive la sociedad actual.

El lunes 29 de mayo tuvo lugar en Roma la presentación del último libro escrito por Jesús Morán: Fedeltà creativa. La sfida dell’attualizzazione di un carisma. Un evento creativo en sí mismo y que reunió a Juliàn Carrón (Presidente della Fraternidad de Comunión y Liberación), Maria Grazia Vergari (Vicepresidenta de la sección de adultos de Acción Católica) y al propio Jesús Morán (copresidente del Movimiento de los Focolares), moderados por Alessandro De Carolis, de Radio Vaticana.2017_fedelta_creativa

Reproducimos a continuación la entrevista que Morán concedió en enero pasado a Città Nuova y en la que hablaba del volumen recientemente publicado:

“Solo el creativo es fiel”

La verdadera globalización está en edificar la familia humana, aun en tiempo de crisis. Aportación del carisma de la unidad en esta entrevista a Jesús Morán, copresidente de los Focolares. Por Giulio Meazzini

Licenciado en Filosofía y especialista en antropología teológica, Jesús Morán acaba de publicar el libro Fedeltà creativa. La sfida dell’attualizzazione di un carisma. En él aborda dos temas: los grandes retos globales de hoy y la necesidad de actualizar los carismas, sobre todo tras la muerte del fundador.

–¿Cuál es el reto de hoy día?

–La globalización. Es un fracaso porque está dominada por grupos económicos que globalizan sus intereses particulares a expensas de la gente pobre y esclavizan el ámbito político. Estos intereses, respaldados por un potente aparato militar, atenazan el mundo. Deberíamos orientarnos hacia una globalización que respete todas las culturas y las tradiciones religiosas, de manera que cada una dé su aportación y se produzca una comunión de bienes real a escala mundial. Es necesario un cambio de mentalidad en los individuos y en los pueblos, además de instrumentos para controlar a estos grupos económicos. Lamentablemente muchos organismos internacionales hoy no parecen estar a la altura. Habría que relanzar instituciones como la Unión Europea, la Unión Africana, los organismos internacionales de ámbito religioso, las conferencias episcopales continentales y cualquier otra iniciativa donde se comparta e intercambie conocimiento.

–¿Sería necesaria una dirigencia iluminada?

–Antes que nada vendrían bien unos testimonios morales a nivel mundial, como el Papa Francisco, que privilegia lo que nadie toma en consideración y lo pone de relieve, o como el patriarca Bartolomé, y entre los políticos Nelson Mandela. Pero han de estar apoyados por el pueblo. Para los puestos clave habría que elegir a personas capaces de hacer sistema, en el sentido científico del término, que indica interdependencia positiva. Las ciudadelas de los Focolares que hay en todo el mundo podrían ser un pequeño modelo, en cuanto que están habitadas por personas de varias naciones y realizan el ejercicio de compartir entre generaciones y entre distintas capacidades. También quisiera subrayar la experiencia de los musulmanes del Movimiento de los Focolares en Argelia. Allí no se “hace diálogo”, sino que se vive la unidad entre personas de distintas religiones, con el mismo ideal, el amor recíproco a nivel global, sin sincretismos: yo plenamente cristiano, tú plenamente musulmán. Esa es la verdadera globalización: edificar la familia humana.

–¿Un reto imposible?Fedeltà_creativa

–Me da ánimos Benedicto XVI con su concepto de las “minorías creativas”, que a lo largo de los siglos han hecho historia. La eficacia de esta minorías no se ve enseguida. Pensemos en los monasterios medievales, en los filósofos de la antigua Grecia, en los primeros monjes budistas.

–¿Los carismas aportan algo?

–En el libro he reflexionado sobre el proceso de “actualización”, que se torna especialmente intenso tras la muerte del fundador. Si me fijo en el mundo actual, los tiempos son distintos a los que vivió Chiara Lubich, y por tanto hay que seguir por su camino, pero desarrollando otros conceptos y otros lenguajes.

–Tras la muerte de los fundadores se da un periodo de crisis…

–De hecho percibo señales de desánimo, de nostalgia, de poca confianza en que el carisma tenga potencia para responder a los retos de hoy. Pero actualización significa captar los interrogantes de nuestro tiempo, estar cerca de la gente y al mismo tiempo profundizar en el don recibido, conscientes de que aún no lo hemos comprendido del todo y de que en él se encierra algo perenne. Hay que tener el valor de verificar cuáles de esas formas de hacer que creíamos conformes al carisma son en realidad relativas, ligadas a un momento, y cambiarlas. La actualización nos vuelve protagonistas y nos empuja a salir de nosotros mismos.

–¿Al Movimiento de los Focolares le asusta lo nuevo?

–Le asusta, como a todo el mundo, porque acomodarse a los pasos que ya has dado es un proceso natural. El temor de no estar a la altura ante Dios o la historia es un don, en cambio el miedo no viene de Dios y humanamente paraliza. Las fuerzas carismáticas al principio nacen casi sin estructura alguna, luego viene la institucionalización, que puede apagar la fuerza propulsora, con el riesgo de que las fuerzas más creativas se vayan, buscando espacio en otro lugar. Pero esas personas son indispensables. Naturalmente siempre queda el riesgo de equivocarse, pero es mejor equivocarse que morir por inercia.

–Dice el Papa que un carisma no es una pieza de museo, y usted escribe que no basta con volver a los textos del fundador y repetirlos…

–Solo el creativo es fiel al carisma. No es fiel quien repite, sino quien realiza un esfuerzo de creatividad. La misma Chiara Lubich no estuvo nunca parada, no repetía, no se conformaba con lo que encontraba. Solo el creativo le será fiel. Por otra parte, creativo no es aquel que sigue una idea suya personal, sino que va hasta el fondo de ese don que no viene de él, si bien requiere toda su inteligencia. Así pues, cuanto más fieles, más creativos, cuanto más creativos, más fieles.

–En el libro reclama vida de unidad y estudio.

–Vida de unidad porque es el centro de nuestra espiritualidad y requiere compartir concretamente mente y corazón. Estudio porque la unidad hay que entenderla y también hay que entender la manera en que hemos de donar esa unidad. Ante ciertos fenómenos extremos de hoy día (refugiados, descartados, posthumano, subhumano) ser inteligente significa hallar nuevos lenguajes para reformular determinados conceptos y seguir siendo fieles al carisma. Pero, atención, no es una labor de intelectuales. Una de las personas más creativas que conozco es Alfonso, que ha creado una red de apoyo a los encarcelados. Y luego también es útil el estudio, ya que todavía no disponemos de una antropología, una ética y una eclesiología a la luz del carisma de la unidad. En esto estamos al principio. Por ello son importantes nuestras agencias culturales, como la Escuela Abbá, el Instituto Universitario Sophia, las iniciativas profesionales que llamamos inundaciones, etc. La sinergia entre vida y cultura es fundamental.

–Hay quien dice que somos presuntuosos, que creemos tener todas las respuestas…

–Podemos encontrar respuestas a los retos de hoy a partir de nuestra experiencia, pero lo verdaderamente específico de nosotros está en crear espacios de creatividad, lugares de escucha recíproca, donde podamos encontrar nuevas ideas junto a otros. Esto se hace con pequeños gestos y actos de amor, y también liderando ámbitos académicos y culturales, aportando nuestra huella y nuestro estilo. Son necesarias personas capaces de reunir a otras con su pensamiento y su autoridad cultural y moral. El verdadero intelectual no es aquel que tiene la mejor idea, sino aquel que es capaz de hacer la síntesis, porque tiene la madurez necesaria. Querer construir una cultura de la unidad y ser presuntuoso es un contrasentido.

– ¿Si tuviera que hacer un llamamiento en cuanto copresidente?Jesús Morán

–Vivimos un momento crucial en la historia de la humanidad, entonces comprometámonos con la unidad, tanto a nivel académico como cultural, religioso, político, social. Vivamos por los demás, empezando por el más pequeño, con la máxima apertura hacia el mundo, procurando leer en profundidad lo que está ocurriendo. Esto requiere un compromiso personal y colectivo. Llenemos nuestros encuentros de contenidos sustanciales, de vida y empeño cultural. Una reunión será significativa si involucra a personas que viven en el mundo con pasión, no a personas que están cómodas, sino a las que se interrogan. Tenemos que sentir en nuestra piel lo que viven nuestros coetáneos y tener el valor de ser creativos y “radicales”, según la vocación recibida.

–¿Incluso en los momentos de crisis?

–Tras la muerte del fundador siempre se da un periodo de crisis, porque nos damos cuenta de nuestras limitaciones: ya no está Chiara Lubich, vemos morir a sus primeras y primeros compañeros, solos somos un desastre, algunas realizaciones apenas se tienen en pie, tenemos menos vocaciones que antes… La tentación está en decir que no somos capaces, que no estamos a la altura del carisma. El paso siguiente es pensar que el carisma no es verdadero. Es una tentación grave. En cambio hay que atravesar este momento, ponerle un nombre y también reconocer que hemos fallado en algunas cosas. Si ocultamos el fracaso, no reconoceremos la prueba. Solo después de reconocerla podremos reemprender la marcha con mayor confianza, no tanto en nosotros mismos, cuanto en Dios. Esa será la definitiva superación de la autorreferencialidad, pues ya no podremos decir que “nosotros” tenemos la respuesta, o que “nosotros” hemos hecho esto y aquello. Tenemos que pasar esta prueba para distinguir entre el don de Dios y nosotros, para llegar a decir: ya no nos fiamos de nosotros mismos, sino de Dios. Yo veo el carisma de Chiara más vivo que nunca.

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