Delia Pairetti: “La Mariápolis: una pequeña ciudad donde se vive el Evangelio”

 
Una entrevista publicada en la Revista Ciudad Nueva

La Mariápolis se encuentra en el corazón de la pampa húmeda argentina, a 13 km del ingreso a la localidad de O’Higgins, en el km 235 de la Ruta Nacional 7.

“Son muchos los que allí se encuentran o reencuentran con Dios, consigo mismos, logran reestablecer vínculos, perdonar, a partir de una experiencia de amor evangélico experimentado y vivido”, nos comparte Delia Pairetti, co-responsable de su gerenciamiento y el plus humano que hace las estadías más bellas, más buenas.

¿Cómo conociste la Mariápolis?

En 1975, en plena crisis adolescente, pedí a Dios –con quien no tenía una relación muy profunda– que me ayudara a encontrar un porqué para el cual vivir, un verdadero sentido que no me daba solamente el tratar de ayudar a los demás como había aprendido de mi familia en La Pampa. Dos años más tarde me invitaron a conocer a jóvenes que compartían los bienes y así llegué a la Mariápolis. Desde el primer momento la sentí mi casa, un lugar que me invitó a vivir el Evangelio, una comunidad que me comunicaba coherencia entre sus palabras y su vida. Experimenté la predilección de un Padre que nos escucha y nos permite encontrarlo. Descubrí, además, en cada prójimo a Jesús que me invitaba a amarlo y a ayudarlo. Luego me quedé a vivir allí en los años en los que la Mariápolis estaba en plena construcción, por lo tanto con numerosos desafíos cada día.


¿Cuándo despertó tu vocación como focolarina, como laica consagrada a Dios?

Las “supuestas” incomodidades hacían más atrayente la vida cotidiana, dando nuestros pequeños aportes en la construcción de un mundo más unido, ideal que, a fines de los setenta, fue una verdadera luz y esperanza para mi vida juvenil. Una tarde, caminando bajo una hermosa glorieta lila de glicinas, se confirmaba en mi interior que por una vida así estaba dispuesta a comprometerme con todo mi ser, Dios me invitaba a seguirlo, y se fue concretando en el camino del focolar. Viví un año en Italia, otro en Suiza y después en Argentina estuve en Mendoza, Córdoba y Rosario. Conocí a personas que me enriquecieron con su vida y su cultura, que me enseñaron a amar la montaña, sus silencios y su majestuosidad, o los litoraleños, que me hicieron descubrir la belleza y amplitud del Paraná. Estaba en Rosario cuando supe que tendría que trasladarme a la Mariápolis, hace siete años.

¿Llevan adelante emprendimientos económicos también?

El trabajo es un factor fundamental en la vida de la Mariápolis, como en toda ciudad. Nos permite vivir, crecer, mantenernos y nos forma. Las distintas actividades se fueron desarrollando en el tiempo en los barrios Villa Blanca y Campo Verde. Haytalleres-escuela de artesanías en tela y madera, mermeladas, bombones, helados, taller de íconos, taller de costura, tareas de mantenimiento y parque, cocina, hospedaje. En el Barrio Solidaridad se han instalado empresas de Economía de Comunión: galletitas “Lumi”; fraccionamiento y envasado de miel en miniporciones “Niggins”; cosmética natural “Norma Maliandi”; verduras y hortalizas “Primicias”. A lo largo de estos años hemos tenido la posibilidad de dar trabajo a personas de O’Higgins y hoy son más de 20. Las hectáreas no construidas ni parquizadas son explotadas con cultivos alternados. Un emprendimiento que está tercerizado. Desde lo turístico, recibimos huéspedes, organizamos visitas, encuentros, congresos, seminarios. Estamos comprometidos en un proyecto de protección del medio ambiente con la separación de la basura y en la búsqueda de recursos para el abastecimiento de energía a través de fuentes alternativas.


¿A qué hora es más linda la Mariápolis?
Al atardecer, en las noches estrelladas, cuando la luna parece un globo naranja, cálido, bello, que todo lo ilumina.
Por:  Virginia Bonard (Buenos Aires)